* Por Gabriela Romina Compagnone, madre de Romina, ambas sobrevivientes de la violencia machista de Claudio Gustavo Vega.
Desde que se impuso la cuarentena, el proceso judicial que estamos llevando adelante con mi hija, Romina Ayelén Ríos, no avanza. En agosto de 2019 hicimos una denuncia en una comisaría de San Rafael, articulada con el Área de la Mujer y Géneros, contra Claudio Gustavo Vega, el padre de ella, por manipularla, violentarla, secuestrarla y abusarla y embarazarla.
Cuando mi hija nació, obtuve una prohibición de acercamiento de su padre hacia nosotras, bajo la figura de estupro, ya que yo era menor de edad y sufrí violencia de parte él. Cuando Romina tenía 20 años, en diciembre de 2018, me preguntó su nombre. Lo buscó por las redes sociales y cuando lo encontró comenzó a comunicarse con él.
El 3 enero de 2019, no encontraba a Romina por ningún lado. La llamé varias veces pero no atendía, sus amigas no sabían nada y nos resultó muy raro porque ella siempre avisaba lo que hacía. Por la noche me mandó un mensaje diciendo que estaba bien, que no la buscara. Cuando llegó al día siguiente me contó que se había visto con su papá, él había viajado desde San Luis para verla y se iba a quedar unos días. Acordamos que si quería verlo no había problemas, pero que debía avisarme.
Durante una semana estuvieron encontrándose, decía que quería aprovechar el tiempo que su papá estuviera.. Sin embargo la notaba diferente, ya no hablaba conmigo. Un día la sentí que estaba tan rara que fui a hacer la denuncia y luego salimos a buscarla. La encontramos en la plaza con Claudio, que me dijo que se iban a ir juntos San Luis. Ante esa situación, y preocupaba por sus maltratos y la salud mental de ella, que sufre un retraso mental ocasionado por la epilepsia, presenté pruebas de cómo él ejercía violencia y los estudios psicológicos de ella en la departamental de San Rafael, pero nadie impidió que se la lleve.
Desde el momento en que se fue hablábamos muy poco, había cambiado su celular y me decía que había tomado la mejor decisión, lo cuál nos alejaba más y más. Pero el 10 de enero el neurólogo que atendía a Romi me planteó que había tenido una consulta ginecológica. Además, me dijo que su padre le pidió esos estudios para garantizar que se la llevaba “sana, y no embarazada». Eso me alarmó mucho, sentí y recordé todo lo que había vivido con Claudio, sus maltratos, abusos y amenazas. Y ahora había manipulado a Romi para que vaya a vivir con él.
El 30 de julio del 2019, la policía de San Luis se comunicó conmigo y me avisó que habían encontrado a Romi perdida en la vieja terminal, queriendo volverse, pero su padre intervino y volvió a llevarla a su casa. En ese momento, ni lo dudé: decidí ir a buscarla aún teniendo pocos datos de donde hallarla. Cuando llegué y pude verla, salió corriendo, me abrazó muy fuerte y me dijo al oído algo que nunca voy a olvidar: “por qué tardaste tanto en buscarme”. Directamente nos fuimos al destacamento policial de la terminal, explicamos la situación de la falta de DNI de Romi, nos dieron un permiso para viajar y regresamos a San Rafael.
El 2 de agosto me contó de su embarazada y que nunca tuvo un supuesto novio, sino que el bebé era de su propio padre, quien abusó de ella de manera sistemática. Eso no era todo: no la dejó salir a ningún lado, le tiñó el pelo, la rapó, le tiraba agua helada en pleno invierno y la había quemado con cigarrillos en distintas partes del cuerpo. Sin dudarlo fuimos a la comisaría a realizar la denuncia y desde el Área de la Mujer y Géneros de San Rafael le avisan que tiene derecho a acceder a una ILE, que no quiso realizarse.
En San Luis, a Claudio le notificaron la prohibición de acercamiento dictada. De esta manera, cuando fuimos al juzgado, él no pudo acercarse. Allí se realizó la cámara Gesell, aunque no se realizaron las pruebas de ADN correspondientes. Ahora, la causa a cargo del Fiscal Flores y el Juez Reyes, del Juzgado Penal N° 1, bajo el número de expediente 256634/19, está completamente parada. Además, la carátula figura como abuso sexual, pero sin agravantes por el vínculo, así como tampoco se menciona la figura legal de secuestro.
Lamentablemente, mi hija sufrió la misma violencia que viví yo, con el mismo violento. Hoy no vamos a parar hasta obtener justicia, para que esta persona sea juzgada por lo que hizo.