12 julio, 2020
, Villa 31

"Perdimos humanidad"

* Por Ana María Barrientos, vecina de la villa 31 de Retiro.

El martes 26 de mayo a la mañana, Jacobo, mi pareja, fue al Ministerio de Educación “María Elena Walsh”, lugar donde se centraliza el Operativo DetectAr en el barrio, que llevan a cabo entre la Secretaría de inclusión Social y Urbana y los ministerios de salud de Ciudad y Nación. Después de pasar doce días sin agua en casa y ver que los casos positivos se disparaban, quería realizarse un testeo preventivo de Covid-19. Pocas horas después me llamaron para que también me haga el hisopado.

Salí rápidamente con nuestras nenas: Agostina y Juana, de diez y cuatro años, y Lara, de cuatro de meses, esperando que su papá se encontrara allí, pero ya no estaba. Mientras tanto a nosotras nos dejaron cuatro horas rodeadas de muchísima gente en la misma habitación, algunas de ellas con síntomas, otras que eran contactos estrechos de casos positivos y también personas que iban a controlarse por las dudas. Sí, todas reunidas en el mismo lugar. Luego nos trasladaron en un colectivo a la Terminal de Cruceros de Retiro, donde me hicieron un montón de preguntas que fueron anotando en una computadora. A las seis de la tarde volvimos al Ministerio, allí estuvimos hasta las 21hs que nos subimos nuevamente al colectivo que nos trasladó al hospital.

Éramos en total ocho familias arriba de ese micro, y cada una se quedó en un hotel, pero con una demora terrible para ingresar porque debían limpiar cada lugar antes de que pudiésemos hacerlo. Había gente con síntomas fuertes y me preocupaba mucho mi bebé, que es muy chiquita para usar barbijo. Le pedí por favor al personal del DetectAr que se pusieran en mi lugar, pero ellos solo se excusaban. Otras familias también se quejaron de estas y otras irregularidades. Recién a las doce de la noche llegamos al Hospital Elizalde donde tuvimos que esperar tres horas para que nos den un cuarto, cansadas y sin noticias del papá de mis hijas. ¡La jornada fue eterna! Al día siguiente nos dieron los resultados: mi hija de cuatro meses y yo dimos positivo, mientras que Agos y Juana, negativo. Más adelante supe que Jacobo, con tos y fiebre, estaba aislado en un hotel.

Una vez internadas, Lara empezó a tener fiebre y a ponerse morada. Yo perdía el gusto y el olfato, no olía ni cuando mi bebé se hacía caca. Sentía que se me hundían los ojos, me ardían mucho junto con la nariz. Estaba mal física y anímicamente, con una angustia terrible de lo que pudiera pasar. Si bien me tranquilizaba estar con ellas, la situación era difícil porque no tuve ningún tipo de ayuda ni contención por parte del sistema de salud, por lo que solicité que al menos trasladen a Jacobo con nosotras. Me dijeron que no se podía porque él tenía fiebre, sin considerar que yo también tenía y que realmente necesitaba que alguien esté con mis hijas ¿por qué tenía que quedar solamente yo al cuidado de ellas si también su papá podía estarlo?

La última semana fue peor porque me cambiaron a una habitación más chica, sin nada para que las nenas pudieran entretenerse. En la anterior tenía dos piezas, dos baños y era más fácil manejarme. Por suerte las y los profes del Bachillerato Popular Ernesto Guevara me daban ánimo y nos mandaban cosas para pilotear el encierro y entretenernos hasta volver a casa. En el hospital nunca me controlaron, me hablaban a través de un vidrio o una radio en la habitación. Me sentía discriminada pero entendía que los médicos se querían cuidar. A Lara sólo la fueron a ver dos veces cuando se puso morada. Nos aislaron, y cuando sentía algún dolor, tocaba un botón y me daban paracetamol. Ninguna otra cosa podíamos pedir, ¡perdimos humanidad!

El sábado siguiente a la internación, Juanita empezó a tener fiebre y el domingo el resultado del hisopado le dio positivo. Es horrible ver llorar a tus hijas por toda esta situación. Ojalá que ninguna familia más tenga que pasar por todo esto a causa del mal manejo del DetectAr, que no garantiza la comida para tantas horas de espera, ni moviliza a la gente tomando las precauciones necesarias que viven publicitando, como mantener la distancia que corresponde. Deberían trasladar a las personas una vez que el lugar al que van a internarse ya esté desinfectado, para que sea más rápido el ingreso, al menos cuando hay niños. También se debería garantizar que el cuidado de las hijas e hijos sea compartido entre ambos padres y no relegarlo solamente a la mujer. Quedé aislada sola con mis hijas y en ningún momento nadie contempló lo que eso implicaba.
Ya no tenemos COVID. Estamos bien, con miedo de volver a salir o de que Agos, que nunca dio positivo, se contagie. Sabemos lo importante que es hacerse el test ante la mínima duda o síntoma, pero es necesario que este tipo de operativos se piensen con una perspectiva de género, no somos máquinas, una situación tan traumática necesita un abordaje especial.

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