¡Atención en el hospital!
Hay que estar detrás de las ambulancias, ordenar las camas de terapia intensiva que ya no dan abasto, cumplir las jornadas laborales de 7 o 10 horas y las guardias de 14 horas durante los fines de semana. Busquen a los enfermeros por todos lados, a los que continúan precarizados, sin contratos formales, los monotributistas sin jubilación que a fin de mes no llegan a cubrir siquiera la canasta básica. Las guardias de los centros de salud están repletas de pacientes, ¿pero dónde están las y los enfermeros? Están luchando, aun en el Día Internacional de la Enfermería, por el reconocimiento salarial y formal de su profesión.
¡Atención en las salas de emergencia!
Todavía faltan derechos en la Ciudad de Buenos Aires para el personal de salud y sobra precariedad. ¿Esenciales? No pareciera, porque continúa el colapso en la línea de fuego por falta de insumos y el gobierno porteño los trata solamente como “personal administrativo”. Mientras no se reconoce su trabajo, en CABA y en Provincia de Buenos Aires siguen falleciendo profesionales por Covid. Por eso los trabajadores de salud acamparon dos meses frente al Ministerio de Salud. Tal vez, ahora que no pueden oír a los que murieron, sí escuchen a Camila Silva que es residente de enfermería en el CeSaC 47 e hizo sus prácticas en el Hospital de Clínicas, donde faltaban los insumos más básicos: “Tuve que llevar mis propios guantes y comprarme un estetoscopio. Hoy estamos en una situación de muchísima explotación: hay una sola enfermera por cada 10 médicos, ¡imaginen cuánto peso tenemos sobre nuestros hombros! Necesitamos que aborden nuestro reclamo”.
¡Atención en las salitas de los barrios!
No sólo faltan medicamentos y salas de guardia, sino también quienes sostengan los pilares de cada hospital. Esta emergencia se replica en varias instituciones; en la Unidad de Pronta Atención N°12 y el Hospital Modular N°5 de Cuartel V, Moreno, hay 60 enfermeras y enfermeros que no cobran su sueldo desde diciembre. En cinco meses sólo les dijeron que dieran de baja los monotributos y que les pagarían una beca por contingencia. ¿Qué pasó después? El mismo silencio enfermizo. Después de esto, queda la solidaridad dentro de las salas de guardia porque se apoyan entre el mismo personal: se prestan dinero porque a algunos no les alcanza ni para cargar la SUBE; mucho menos pueden aspirar a obra social, vacaciones, aguinaldo o seguro de vida. Y sigue, porque se expande el problema hasta el Hospital de Niños de San Justo donde trabaja Graciela Amarilla y también padecen la precarización: “Estamos extenuados, renunciaron 7 enfermeros por las condiciones laborales, se suspendieron cirugías por faltantes de anestesia, no tenemos viales para pasar la medicación y la infraestructura es terrible. Nos dieron un aumento del 32% al básico en dos tramos, ¡pero es insuficiente! Antes, nuestro básico era de 19.000 pesos y ahora son 24.000. Trabajar así es una decisión política, no es un error”.
Ya no suenan los aplausos,
en esta película de terror.