En los barrios populares, cada uno de nuestros hogares debería colgar algún cartel que advierta “peligro de electrocución”. Sin exagerar, la alta tensión de los tendidos eléctricos es una corriente constante de incendios, explosiones de transformadores, cortes de luz, chispazos en cada esquina y un terror que paraliza. El Gobierno porteño dejó a las villas colgadas del abandono, padeciendo los problemas estructurales. Mientras tanto, ni Edenor ni Edesur solucionan las demandas urgentes.
Al sur de la Ciudad, en Villa Soldati, están las ocho manzanas que componen al Barrio Fátima, donde viven 15.000 personas; estamos en una lucha permanente porque hay cuatro transformadores sobrecargados y el invierno no ayuda a la situación: la sobrecarga es tal, que en la Manzana 7 llegamos a tener hasta seis cortes de luz por día y sólo el año pasado se incendiaron cinco casas por esta problemática. ¿Y este año? Otra vez sopa: seis postes de luz se prendieron fuego.
A la vera de la Cuenca Matanza-Riachuelo, en la Villa 21-24, es mucho más alta la tensión, pero significativamente más baja la intención de ocuparse de algo que la propia Justicia oficializó hace diez años: ¡el riesgo eléctrico es una realidad innegable! Horacio Rodríguez Larreta aún no lo quiere admitir, aunque el Poder Judicial lo haya multado para que lo resolviera; en vez de hacerse responsable, se hace el boludo. Mientras tanto, sólo existen ¡siete transformadores para 64 manzanas donde viven más de 70.000 personas! Sí, como leen: un transformador cada diez mil personas. En esas condiciones no sorprenden los 38 cortes de luz que hubo en una sola semana. ¿Acaso esperarán a que 14 familias queden sin su hogar como en 2017 para recién ahí actuar? Es más fácil destinar el presupuesto a la pauta, así no se ve.
En la “ciudad formal”, el 99% de los habitantes cuenta con conexión regular de electricidad. Pero qué cagada, justiiiiito en la Villa 31, parte de la «ciudad informal», después de tantos años de “urbanización”, apenas tiene el 20%. Estas problemáticas no son de ahora, las soportamos hace décadas, aunque ahora se agudizan con la pandemia. Desde la autogestión intentamos resolver algunas urgencias, pero la solución de fondo debería aportarla el Estado, a pesar de que entre el Gobierno de la Ciudad y las villas haya un abismo.
Pónganse las pilas,
y háganse cargo ya mismo.