* Por Neli Vargas, referenta del comedor Evita, a Rubén Fernández, el Negro de Zavaleta.
Hace un año que esta pandemia te llevó y el legado de lucha que imprimiste en el barrio sigue fuerte como un árbol. Inmenso, como vos. Todavía guardo el amor que vivimos en nuestra historia, y es que siempre fuimos equipo: yo la efusiva y vos mi cable a tierra. Nos complementábamos. Pero tu mirada y tus rasgos también viven en el rostro de nuestros hijos, y tu corazón aún late en cada tira de Zavaleta. Vos sabés bien que nuestro barrio tiene el poder de no olvidar, jamás. Toda la villa aún recuerda que, hace 30 años, tuviste la idea de abrir un comedor en nuestra casa, ya que ambos sabíamos que las vecinas y los vecinos la estaban pasando muy mal.
Fuiste mi compañero de vida, Negro. Y eso no es poco. Con vos aprendí a ser quien soy, dejaste una huella imborrable en mí y en todos los vecinos que recuerdan con amor tu dedicación y lucha. El año pasado fue muy difícil: la pandemia, el coronavirus y el miedo a contagiarnos. Nos cuidamos como pudimos, pero nos prometimos seguir trabajando aunque nos costara la vida. Priorizamos la necesidad del barrio porque, si parábamos, ¿quién iba a asegurar la comida?
Me gustaría decir que todo está mejor, pero seguimos igual. No miran para este lado los que tienen que mirar, no somos la prioridad. Es más común que nos recorten los recursos desde el Estado, a que nos los garanticen. Como te imaginarás, ¡seguimos esperando que algún día llegue el gas natural! Y la fila del comedor es cada día más larga desde tu partida, Negro querido.
Te extraño mucho. Vos comprendías lo que algunos no entienden: nos duele de cerca la necesidad. Y eso, para nuestra gente, es un motor. Así que acá estamos, en la lucha, poniéndole el alma al comedor que un día gestamos en nuestro hogar. Seguiremos por vos y por el barrio, Negro. Porque si las panzas están vacías, no hay fuerzas para seguir adelante.
Te amo y hace un año que no paro de recordarte.