17 mayo, 2022
, Ramona Medina

LA ESPERA QUE NO ESPERA

Ramona está viva. La vemos junto a los dos baldes de agua que debía llenar fuera de su casa para poder, al menos, lavarse las manos y armar las soluciones desinfectantes para hacerle frente al Covid-19. No alcanza. Ramona grita a los cuatro vientos al lado de sus vecinas y vecinos que en la Villa 31 están sin agua ¡HACE DOCE DÍAS! El Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no la escucha. La agenda mediática tampoco.

Frente a esto, la organización colectiva, como siempre, está al pie del cañón, acompañando a las familias y cargando los baldes de agua, de bronca, de angustia, de miedo y de dignidad para cuidarnos en comunidad.

“Esperá”, esa es la respuesta del Estado frente a la urgencia. Ramona es factor de riesgo, y su familia también. Ellos no pueden esperar ante la amenaza del virus y el hacinamiento. Pero ante la indiferencia institucional, mejor quedate en casa, Ramo. Quedate todo lo que puedas, que te necesitamos. Sé fuerte, no te vayas, queremos Ramona para rato.

Ojalá hubiera sido tan fácil como quedarse en casa, ¡en las villas es imposible! No alcanza. No alcanza porque la pandemia arrasó con nuestros barrios: con las sin agua, con los hacinados, con las que no llegamos a fin de mes, con todo. Aunque nos organicemos, no es suficiente, porque la responsabilidad de garantizar nuestros derechos la tiene Horacio Rodríguez Larreta, aunque nunca se haga cargo.

Cerramos los ojos y te vemos, fuerte, compañera, amiga, resistente y con abrazos llenos de amor. Así te recordamos, como el día que íbamos a dar una exposición en la Facultad de Medicina. Estábamos re nerviosas, con cuatro hojas de apuntes, hasta que nos miraste y dijiste ‘’yo hablo, nomás’’, y nos quedó grabado a fuego. ‘’Yo hablo, nomás’’, porque sí, porque contar lo que vivimos día a día es hablar, incluso con vergüenza y miedo, sabiendo que están todas las asambleas sosteniéndote, sosteniéndonos. Por eso necesitábamos y aún necesitamos tu voz.

Ramona ya no está viva. Nos la arrebató el Estado cuando no le garantizaron una vivienda digna, cuando eligieron no escucharla gritando por la falta de agua, cuando no atendieron la urgencia y la emergencia de vivir hacinados, cuando no respondieron las demandas por la discapacidad de su hija. Dos años después, sólo el 2% de la Villa 31 tiene red formal del agua. En lugar de Ramona, sigue habiendo dos baldes de agua.

Hoy Ramona sigue hablando, nomás.
Y no se calla, nunca más.

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