23 febrero, 2016
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Marcha por la urbanización: 6 HORAS

¿Y esta caravana barrosa qué pretende? Tal vez una cosa que no vende, una propuesta pragmática, una respuesta que no sea automática o una cronología de la hipocresía que pintó el dibujito de la inseguridad, desde la superioridad de algún escritorio, mientras tantos se medían el pito relojeando otro mingitorio. Pues aun así, sobre la tierra del egoísmo, donde cualquier hijo de yuta abre una tienda de progresismo, la comunidad villera no aceptó ser la estrategia de una empresa, ni el culto a la pobreza, ni el ancla de la prosperidad, ni la industria de la necesidad, porque la reivindicación de la organización popular que supo resguardar la esperanza apenas equilibra la balanza, con la difamación que se cocina girando como un pollo, mientras la estigmatización se vuelve la usina del subdesarrollo. Ni la miseria, ni la histeria, ni la impotencia, ni la prepotencia representan los cimientos de nuestras familias obreras, donde la alegría y la rebeldía supieron cavar sus propias trincheras, evitando que se manipularan las valoraciones fidedignas que hacen a la humildad, para que otros especularan con las condiciones indignas que deshacen a la humanidad. Nadie saca chapa de pobre, nadie escapa del cobre y, aun en los extremos de la diversidad, todos sufrimos la mala prensa. Pero acá no celebramos la precariedad. Acá marchamos en legítima defensa.

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