El mate cocido es en muchos lugares una infusión especial para pasar la tarde otoñal. Para otros es el líquido saborizado que, acompañado de un pedazo de pan, engaña el estómago. Usos del mate cocido, diversidad de realidades y prácticas culturales. En Bajo Yapeyú el mate cocido es popular y tiene un gustito propio.
A la canchita que se está armando en este barrio cordobés, los chicos le han metido horas, horas y horas de hombros, manos, fuerzas, cabezas, entusiasmo, sudor, ganas, risas. Un momento de descanso para relajar los cuerpos se hizo necesario. Después de la participación colectiva de la comunidad para transformar un espacio yermo en una canchita, después de dos fines de semana de acción, de palas, de picotas y de cal, después del frío, dos voces vecinales se alzaron. Una era la de una madre con la predisposición siempre a flor de piel. Su ofrecimiento fue conciso e integrador: mate cocido para compartir. Más allá de las palabras, ella estaba lista para arremangarse y dispuesta a brindar su casa para calentar la olla con agua, encender el fuego y preparar la infusión. La segunda voz era la de Yésica, casi, casi de doce años, y una asidua participante de las actividades en el barrio. Sería su cumpleaños en breve. ¿Su propuesta? Compartir una torta hecha por su mamá y pasar un momento junto a los chicos y chicas de Bajo Yapeyú. Muchas voces se entusiasmaron y se sumaron. Las iniciativas eran compatibles y así se acordó entre todos.
Al sábado siguiente, tarde perfecta para un mate cocido calentito y algo para la panza. Tarde perfecta porque el barrio se había puesto en acción. El apoyo popular tenía lugar. Otros chicos y chicas preparaban la canchita con todo el arsenal de herramientas; también había que pintar las líneas y poner los arcos. Mientras el agua se calentaba, la yerba y el azúcar esperaban su turno. Yésica tenía lista la torta. Se sentía olorcito a merienda popular. Por fin había llegado el momento. En una ronda, después de una jornada de mucha actividad, los chicos aguardaban el mate cocido y algo sólido para recuperar energías. Había para todos, condición siempre esencial para compartir algo en Bajo Yapeyú. Con el primer sorbo, no hizo falta decir nada más. Algo nos une. Y es más que harina, agua, yerba y azúcar.