por Nerio Medina,
Secretario General de la Asociación Obrera Textil,
despedido por cierre de la fábrica “Alpargatas” en Santa Rosa, La Pampa.
Después de trabajar durante más de 29 años en la fábrica, este lunes 24 de septiembre junto con 131 trabajadores y trabajadoras perdimos nuestra fuente de ingreso.
Si bien yo me encontraba de licencia sindical, el resto de mis compañeros habían entrado a trabajar como todos los días, a la planta textil ubicada en el parque industrial de la ciudad. Ahí fue cuando la gerencia notificó la decisión definitiva, sin intenciones de transmitirla a la totalidad de los trabajadores hasta el viernes, a lo que nos opusimos solicitando que se informe de la situación de forma inmediata a todos los compañeros.
Ahí fue cuando decidimos trasladar nuestra indignación a las calles santarroseñas. Ese mismo día doce cuadras repletas se colmaron de lágrimas y gritos en defensa del pueblo trabajador. Hacía mucho tiempo que no se respiraba tanta unidad y tanto amor.
En esa planta fue donde crecimos; la mayoría entramos ahí a los 20 años. Hoy tenemos 50 años, nos enamoramos y tuvimos hijos. Algunos de los cuales también trabajaron ahí. El mío estuvo 7 años.
La mayoría no tenemos ni secundaria. ¿Dónde vamos a ir a trabajar?
En 1991, la empresa llegó a tener 1300 trabajadores. En 2017 solo 200 personas cubrían toda la producción y en mayo de este año, de manera cruel e intempestiva, habían echado a 73 obreras y obreros. Hasta el lunes, eramos 132 los que veníamos trabajando a duras penas. Han despedido muchos compañeros en estos dos años y medio de gobierno macrista. La promesa de mantener la planta en funcionamiento y conseguir inversores es ya cuento viejo.
El grupo brasilero Sforza compró el 22,5% restante de la empresa “Alpargatas” que concentra la marca Topper en el país. Negocio redondo para el empresariado quienes ya en 2015 se habían llevado el otro porcentaje. Y así, sin más, decidió cerrar las plantas de Santa Rosa y Catamarca, dejando en funcionamiento solo la fábrica de Tucumán, con una fuerte reducción de personal. A los 446 trabajadores despedidos en todo el país nos corresponden aproximadamente $600 mil pesos de indemnización. Es decir, nuestras vidas valen 240 millones de pesos para la patronal. Nunca como ahora vamos a ver tanta plata junta con tan poco valor.
Una vez más, el empresariado se caga en la vida de los asalariados.
Los movimientos sociales y sindicales coinciden en que nunca antes una crisis se había sentido tan fuerte en La Pampa. En el sector público se registraron 12 despidos en SENASA, 12 en Agricultura Familiar, 2 en TÉLAM y 1 en ANSES, sólo en el último año y medio. El cierre del Frigorífico de Uriburu, en el mes de marzo, dejó a 30 trabajadores cooperativistas en la calle y en mayo tuvieron que cerrar la empresa de aceites que era la fuente de ingreso de 8 familias uriburenses.
A este montón de despidos, lo precedieron los 124 despedidos del Frigorífico de General Acha, así como el cierre de una confitería tradicional santarroseña luego de 32 años de historia, que acabó con 8 puestos de trabajo. Para completar el aterrador panorama, se suma también el cierre de 30 de los 180 tambos que había en la provincia.
La contundente movilización del lunes, así como el paro del 25, fueron demostraciones cabales de que estamos reclamando paz, pan y trabajo. Nada de eso se consigue sin justicia social.