El 7 de marzo la escuela 290 de Fiske Menuco cumplió años. Pero lejos estuvo de ser un motivo para festejar, pues el establecimiento, que no llega a tener 40 años, se está cayendo a pedazos literalmente. Madres y padres de los niños y niñas de la institución, la mayoría vecinos del barrio 250 viviendas, se cansaron de reclamar y no obtener respuestas. Es por eso que el viernes pasado decidieron organizarse y hacer un abrazo simbólico a la escuela para visibilizar la grave emergencia edilicia producto de la desidia estatal.
“Como un árbol que se planta y después se muere, la escuela se está muriendo. Y no se nos escuchan los reclamos, porque al pertenecer a este barrio siempre se los menosprecia” relata frustrada Daniela, maestra de la escuela, que trabaja hace cuatro años en la institución. “Mi aula está pintada porque vine yo a pintarla, así como los porteros pintaron la cocina para tapar las manchas de humedad. ¿A quién le dan ganas de laburar en un aula toda estropeada? ¿a quién le dan ganas de estudiar así?” continua.
“Después del abrazo simbólico, queremos juntar firmas para tratar de llegar a Silvina Biancalana, Coordinadora Regional del Consejo de Educación del Alto Valle, para conseguir una reunión o ver si quiere recorrer la escuela y mirar con sus propios ojos el estado en que se encuentra” cuenta Silvina, madre de una de las nenas de la escuela, sobre el plan de lucha. “No se necesita recorrer mucho, basta pasar por afuera para darse cuenta de que es una escuela que no tiene vida, que no tiene plantas, flores ni colores. Está toda rota y es muy fea” concluye.
¿Y los grandes medios? «No vino ningúno, los únicos que están son ustedes. El resto están cubriendo lo que pasó con la candidatura del gobernador Weretilnek. Un abrazo simbólico no es importante, hasta que se toma la escuela”, concluyen Silvina y Daniela, que representan a la comunidad de padres y maestros que, hartos de mandar notas “a la nada”, hace años vienen luchando contra el abandono del gobierno provincial y para que alrededor de 400 niñas y niños puedan estudiar en condiciones dignas.
La lista que las madres y padres hicieron sobre los problemas que tiene la escuela es larga y alarmante: las paredes y el techo tienen manchas de humedad, agujeros que dan al exterior y se caen a pedazos, no hay matafuegos, hay vidrios rotos en ventanas y puertas, plaga de cucarachas. En el patio, lleno de yuyos, hay palos astillados con clavos salidos para afuera, y los niños juegan entre la basura. Durante el invierno muchas veces falla la calefacción, la llama del calefactor se apaga sola y empieza a perder gas. En las calles no hay lomos de burro para los vehículos que pasan a gran velocidad. Y la lista sigue.
¿Y Sandra y Rubén? ¿Acaso no hay memoria? ¿Son necesarias las tragedias para conmover a la sociedad y poner a funcionar al aparato estatal? Todas estas preguntas retumban en las mentes de quienes sí tenemos memoria y levantamos el puño en alto por la educación de calidad y la lucha docente.
¿Y Fuentealba? ¡Presente!