El martes 11 de abril, nos despertamos con la noticia de que la curtiembre de «CURTUME» de la localidad riojana de Nonogasta, generó un nuevo derrame, dejando salir desechos tóxico que producen náuseas y ardor en los ojos. Desde el predio, pasó a los barrios cercanos, se unió al río y bajó al pueblo.
La Unidad Fiscal para la Investigación de Delitos Contra el Medio Ambiente (OFIMA) en el año 2015 dictamino que este líquido contiene un alto nivel de cromo y otros metales altamente peligrosos para los seres humanos. Al ser ingerido de manera diaria, se acumula y sobrepasa el límite que tolera el cuerpo provocando cáncer, leucemia, embarazos ectópicos y otras enfermedades.
El mismo martes por la mañana, mientras algunos vecinos de Nonogasta intentaban frenar este derrame, otros se encontraban en la Fiscalía denunciando el hecho y pidiendo que se tomen las medidas cautelares necesarias, pidiendo la orden judicial para cierre preventivo y precautorio de la empresa hasta que se tomen las muestras que corresponden. Esto atenta al riesgo de la salud y la vida de las personas que habitan el lugar.
El gobierno provincial ya había asumido el compromiso con la curtiembre y prometió realizar una planta de tratamiento. Esta promesa nunca se cumplió. El pueblo está cansado de ver cómo su gente se consume a causa de la contaminación, están cansados de llevar semana de por medio al cementerio a sus vecinos fallecidos a causa de cáncer, cansados de ser ninguneados, cansados que la justicia sea manejada por grandes empresarios y que cada vez que quieran denunciar hechos como estos sea amenazados y perseguidos.
Queremos decirle al Secretario de Ambiente Santiago Azulay que su “monstruo purificando el agua” es el que enferma a los vecinos del pueblo, que sus “daños menores” son los que matan a la tierra, y que su frase “no hay posibilidad de que científicamente hablando, el que tome cromo en el agua tenga cáncer” termina llevando a las personas al cementerio.