De palabras que van y vienen, se va envolviendo una identidad común, que nos hace parte y nos invita a creer que sí se puede construir colectivamente, sin que haya de por medio campañas electorales, ni publicitarias. Así, se debatió en las últimas semanas sobre cómo trabajar la difusión del Fútbol Popular en los medios de comunicación, para que las luces de las cámaras nunca encandilen al trabajo comunitario y para que ningún Rec nos convierta en personajes de ficción.

Se consensuó entre las organizaciones que, al ser el fútbol popular mucho más que fútbol, al ser el fútbol popular una herramienta de transformación, es importante la difusión y la reproducción, casi tan importante como que las fotos sólo enmarquen a los protagonistas de los barrios y casi tan necesaria como generar un espacio para que los pibes y los vecinos, que empujan al sueño colectivo, puedan exponer en vidriera tantas noticias lindas que casi siempre se les olvidan a los grandes medios.

Para leer la miseria con anteojos negros, naturalizar las injusticias, satanizar la naturaleza y hacer análisis escuálidos desde un pedestal que queda muy, pero muy lejos de la base, sí se acuerdan los multimedios de los barrios y los vecinos marginados por la cultura imperialista, esclavista, individualista y consumista que tan bien alimentan con placas rojas y letras amarillas. Pero a nosotros nos gusta la memoria completa. Por eso, para contar las historias que tan frecuentemente se les olvidan a los analistas políticos que salen en la televisión, y no salen de la televisión, justamente para eso, se difunde y comunica el Fútbol Popular, como en esta reciente nota de la revista La Final. 

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