De la democracia para los analfabetos que eligen soberanamente una boleta electoral sin saber leer, no se habla tanto por estos días en los grandes medios de comunicación que hacen carne la libre expresión de la democrática vida en la Argentina. Tampoco parece un tema recurrente en los periódicos este método extraordinario de seleccionar sábanas listas, que invitan a dormir bajo el manto de poder otorgado a un sinfín de nombres que suman adhesiones sólo por estar escritos en la sombra de algún candidato mediático, que varios millones de pesos han sabido postular. Porque también eso. De la democracia para los partidos que no son invitados al debate, cuando los noticieros aseguran que el show televisivo es la piedra fundacional de la democracia, tampoco se habla mucho. Pero qué importa. ¿No? Eso sí, Cuba es un régimen dictatorial, y eso nadie puede negarlo. Seguro, ¡seguro!
¿Seguro? Ah, bueno. Si ahora también vamos a cuestionar por qué escuchamos tantas veces ‘la dictadura de Castro’ y nunca nos explicaron cómo son las elecciones en Cuba, definitivamente somos unos rebeldes sin causa.
A quién se le ocurre ponerse a pensar cómo son las elecciones en Cuba, antes de convencerse sobre la aptitud dictatorial de su líder. A nosotros se nos ocurre. Será el virus de la juventud, o de la utopía, o algún otro virus, el que nos despierta alguna intriga de más, porque lo cierto es que los cubanos tienen ese no sé qué, que a nosotros nos generan este qué se yo. Y cuanto menos creemos que vale la pena detenerse en el camino de la vorágine informativa, para analizar una noticia que, tratándose de una ‘dictadura’, desconcierta: hay elecciones en Cuba. ¿Por la enfermedad de Fidel? No, por la reforma de la constitución impulsada por él, en 1976, que dio inicio al sistema electoral vigente.
Aparentemente, el bloqueo le tapa el lente a la cámara y la boca a los periodistas, que tan libremente ejercen la dictadura de la mentira, tras la máscara tramposa del maquillaje bendecido por el imperialismo, también comunicacional. Pues parece que allá, en la isla, donde hay un partido único que no se disfraza de dos, cada cuadra tiene un Comité, en el cual se elige a un vecino como presidente, para coordinar las reflexiones necesarias, o las jornadas de trabajo voluntario, o quién barre la vereda el domingo o por qué concurrir o no a tal o cual movilización. Todos en la cuadra votan a un conocido, y conocido de verdad, porque el atrasó del ‘desarrollo’ en La Habana todavía sostiene esa vieja olvidada leyenda vecinal que encontraba a las personas conversando en la vereda; una actitud chabacana y casi antagónica al glamoroso impacto de hombros que suele encontrar a los vecinos de otras capitales, cuando chocan de frente por trotar mientras escriben un mensaje de texto. Eso sí, es aprovechar el tiempo.
Según dicen, esos presidentes de cada cuadra se juntan a menudo para discutir cuestiones, seguramente políticas, que marcan la base del rumbo de Cuba. Casualmente, del 1 a 26 de septiembre, se acaban de votar, a mano alzada, esas caras conocidas, con ideas conocidas, pero no mediante campañas millonarias, sino por los afiches pegados en lugares públicos, como almacenes, escuelas o librerías, con las biografías de los candidatos. Porque en eso, tienen una ventaja los cubanos. Aparentemente, todos los habitantes de la isla han tenido la ‘suerte’ de no ser analfabetos.
Entre esas caras conocidas, los cubanos han votado después a sus referentes municipales, que de tanto en tanto se reunirán a discutir, representando a diferentes regiones. Más de 8 millones de cubanos votaron el 28 de octubre a sus 15.236 concejales municipales, que a su vez definirán luego a los delegados provinciales. Finalmente, entre las voces que alimentaron la cadena, llegará a establecerse la voz conciente de la Asamblea Nacional del Poder Popular, compuesta por 600 diputados, del que se desprenderá el nombramiento, casi simbólico, de un Presidente. Sí, ahí está entonces, Fidel Castro, ¿el dictador?, quien delegó el poder en su hermano Raúl, el año último.
No hay demasiados motivos para subestimar así al pueblo cubano. En toda la historia latinoamericana, con los luchadores maravillosos que hemos tenido, sólo un pueblo pudo contra los tanques y logró dar vuelta una sangrienta dictadura como la que encabezaron los Videla y los Pinochet de ese plan Cóndor financiado por quienes hoy pregonan una supuesta libertad, al mismo tiempo que dicen que «se está con ellos o contra ellos». Sólo un pueblo americano pudo ganarle, con el corazón, los sueños y la utopía a una dictadura, que además de contar con el ejercito contaba con el apoyo de los Estados Unidos. ¿Qué nos hace pensar que ese mismo pueblo que derrotó a una dictadura, aun contra Estados Unidos también, no podría derrotar a esta «dictadura de Fidel», teniendo ahora a Estados Unidos a favor?
¡Pero tienen un sistema unipartidista!
Bueno, ya con las elecciones cubanas. La realidad es que, en Cuba, hay un solo partido. ¿Y en Estados Unidos cuántos hay? ¿O de verdad creemos que la Coca Cola Light es una cosa diferente de la Coca Cola Zero? Creado en 1965, existe un único partido oficial, por decisión del pueblo cubano. De pretender en su mayoría transformarlo, seguramente lo hubiera logrado con el alto grado de formación y participación política que tienen absolutamente todos los habitantes. Pero posiblemente, la unidad siga siendo una buena elección para defenderse del bombardeo mediático, que padecen los patios traseros de los Estados Unidos, como así también del bloqueo económico, que difícilmente podría soportar hoy cualquier otro país. Cuba no subsiste por el carisma de un líder, ni por tener mejores o peores elecciones, ni por tener más o menos posibilidades de subirse a un avión. Cuba subsiste porque está educada, despierta y conciente.
¿Por qué no cuentan cómo está la Habana, mientras Fidel está internado? Porque La Habana, está igual. Y estará igual. Y eso es lo que les da pánico. Con la muerte de Fidel, no sólo se les presenta la gran oportunidad de sacarse su último e insoportable grano del culo, sino que además se les presenta la terrible amenaza de que quede expuesto, ante los ojos del mundo, que no es Fidel el único que sostiene a la revolución. Que no es Fidel quien domina al único pueblo históricamente indomable. No es la dictadura de Castro. Es la resistencia del socialismo en carne y hueso, de un pueblo educado, de un pueblo conciente que no puede pensar en celulares con estrellitas ninjas mientras haya un sólo niño muriendo por una causa evitable… Es la resistencia de Martí, de Bolívar, del Che, y de Fidel, como líder de los cubanos que sueñan, defienden y sostienen, los valores más nobles de la raza humana.
Sobre críticas a ese faro cubano, se van horas de nuestro tiempo, en busca de mejores soluciones y alternativas. Pero la mentira burda de tanto comunicador, obliga a una respuesta contundente e inmediata de quienes pretendamos sostener una autonomía de pensamiento, que bastante tiene que ver con nuestra condición de seres humanos. Por estos días, hay elecciones en el país que nació La Poderosa, y difícilmente vote el 90 por ciento de los habitantes, como acaba de suceder en Cuba, donde además, no hay ‘fuerzas opositoras’ que deban implementar 300 mesas testigos para controlar un posible fraude, ya que allá, en la isla de la opresión, las urnas son custodiadas por los estudiantes. Vaya dictadura.
¡Pero no pueden viajar!
De miradas diferentes a la nuestra, sobre la realidad de Cuba, vivimos enriqueciéndonos, día a día. Y justamente para eso, nos vemos inmersos en esta batalla de ideas, que se trata de debatir con quienes están en desacuerdo, con quienes están de acuerdo y con quienes han quedado afuera del acuerdo y el desacuerdo por culpa de tanta miserable dictadura militar y sus políticas económicas que aún perduran.
Mucha gente hay con otras miradas, por suerte. Pero también, mucha gente hay dispuesta a engañar, a difamar, a bloquear ojos como bloquean países, a bombardear cerebros como bombardean países… Tiempo atrás recibimos un mail con supuestas fotos de hospitales cubanos, y sentimos el dolor de la mentira. Tras haber recorrido hasta los más inhóspitos hospitales cubanos, sentimos el dolor de la mentira.
¿De la mentira de quién? De la mentira de los que venden, claro, pero también de los que compran y juzgan, por los argumentos importados de otros ojos, ojos que ven balseros escapando de Cuba, pero no ven las colas y colas en las embajadas europeas de la Argentina, como si no vieran que el primer perjudicado por tal medida anti-publicitaria es el Estado cubano. ¿Quién más que los líderes de la revolución cubana disfrutarían de poder abrir sus puertas de par en par? ¿Cuánto nos han informado sobre el porqué de tal medida?
Miles de cubanos, representantes del deporte, el arte, la ciencia y diferentes disciplinas, recorren el mundo con un mensaje humanitario. Y otros tantos, que han conseguido el dinero a pesar del bloqueo genocida, no han podido salir del país, porque encontraron la traba de la visa que debía otorgarles la oficina de intereses de los Estados Unidos. Sí, aunque parezca mentira, hasta hace un par de años, cualquier cubano que quisiera salir de Cuba, no necesitaba sólo dinero, sino también la autorización estadounidense, para poder entrar a algún país de Latinoamérica. Y con el criterio democrático al que nos tiene acostumbrado, el imperio respondió negativamente ante miles de requerimientos, por diferentes excusas, como por ejemplo, el haber militado un solo día en el partido oficial cubano. Qué delito. La medida que tanto horroriza a tantos desinformados, sobre la necesidad cubana de conservar el conocimiento que la revolución genera a través de sus profesionales y su apuesta a la educación, bien se le puede achacar a Reagan y a los Bush.
Hay cubanos que se escapan en balsa, porque no están de acuerdo con un modelo. Y hay argentinos que se escapan en Paco, o en Poxirrán, porque no los dejan ser parte de un modelo. Los pocos, muy pocos, argentinos que se pueden pagar un pasaje a alguna parte (estos ojos también ven a los que no pueden pagarse un pasaje a la escuela), pueden viajar, porque el dinero que ingrese en la caja de una multinacional en Madrid irá al mismo bolsillo que si hubiera entrado en la sede argentina de la misma billetera. Dentro de un bloque socialista, con el que Cuba, y en especial el Che, presentaba grandes diferencias en el modo de generar conciencia, también los cubanos tenían las puertas abiertas para volar a otras fronteras. ¿Y por qué ahora no? Porque Cuba necesita de los cubanos para poder darle a los hijos lo que recibieron los padres. Y entre tanto, crece. Parece patético que el costo sea la imposibilidad de salir libremente y en cualquier momento, casi una condena, pero tal vez sea el precio que elige pagar un pueblo camino al Hombre Nuevo, para que nadie compre un pasaje con la comida de otro.
Cero analfabetismo y educación de excelencia, con un Estado económicamente bloqueado y limitado de recursos naturales, no nos parece poco. Si Cuba invierte su escaso presupuesto en educación, no parece justo que Estados Unidos se lleve a sus mejores profesionales como históricamente lo ha intentado. ¿Cuántos argentinos dejarían el país mañana, en balsa, o a nado, si en Norteamérica le ofrecieran las comodidades que le ofrecen a los cubanos exiliados? Pues, si tanto le molesta el encierro cubano a la estatua de la libertad, La Poderosa sugiere una humilde estrategia, que seguramente no se le ha ocurrido a nadie en Washington o en el Pentágono: quiten el bloqueo, y entonces los cubanos podrían salir, o al menos se quedarían sin excusa. Qué curioso, Che. Si esa revolución y esa idea utópica de una sociedad nueva y conciente es verdaderamente imposible, ¿por qué no las dejan morir? ¿Por qué se empecinan en boicotearlas?
Ante el bloqueo económico que sufre Cuba, se vio obligado a abrirle las puertas al turismo, tras la caída del bloque socialista, para tener ingresos en divisas. Y desde entonces hubo más de 100 atentados en centros turísticos, organizados por Estados Unidos. Ese bloqueo, el bloqueo de la difusión mediática de los atentados contra civiles o contra Fidel, también es terrorismo. Y del bloqueo económico, qué escribir. Sólo un grano, para graficar: Cuba se ve obligada a exportar Niquel, su principal ingreso de divisas junto con el turismo, y cuando Estados Unidos importa Niquel, revisa que no haya Niquel cubano en los productos. Si lo detecta, pues no lo compra y el país que ‘infringió’ el bloqueo queda en lista negra del imperio más grande de la historia de la humanidad. Así y todo, hay quienes siguen votando esta dignidad, la de tomar aviones, a cambio de que otros no tomen leche.
¡Pero Fidel es rico!
Difícilmente algún cubano cuestione lo que cuestionan a menudo la CNN y el New York Times. ¡Qué Fidel está entre los hombres más ricos del mundo! Para empezar, corajuda estrategia la de un hombre que buscando poder económico decidió sumergirse en una lucha armada, con siete fusiles contra un ejercito completo. Un fanático del dinero será, en todo caso. Y por tanto, doblemente curioso resulta que, en su primera gran medida económica al alcanzar la revolución, haya implementado una reforma agraria que, entre otros tantos afectados, lo tuvo a su padre, de buen pasar.
Más de una vez, Fidel ha invitado a debatir en plaza pública a George W. Bush. Y a la previsible negativa, ha renovado la apuesta, convocando a todo el gobierno de los Estados Unidos a demostrar que posee tan sólo una moneda, en cualquier parte. De ser así, abandonará su cargo, eso que más 600 atentados financiados por la CIA han soñado, una y otra vez. ¿Puede Estados Unidos, con la capacidad de espionaje que ha demostrado sobre cada uno de nosotros, no tener acceso a alguna de todas esas monedas que tiene Fidel? No pareciera merecer mucho más análisis el tema.
¡Pero Cuba pregona la guerra!
Sí, la guerra pacífica contra el hambre, la desnutrición, la discriminación, el imperialismo, el analfabetismo, las muertes evitables, el terrorismo de todo tipo, la desigualdad de oportunidades y la alienación. Tras haberse doblegado en armas contra la dictadura sanguinaria y criminal de Fulgencio Batista y haber sacado a fuerza de fuego a la invasión mercenaria que quiso invadir Playa Girón, la revolución cubana fue creciendo y superando obstáculos, en diferentes coyunturas. Hoy, la lucha por la identidad cubana y los frutos de la música, el cine o la cultura propia generan un grado de pertenencia que lleva a muchísimos jóvenes a aseverar que entregarían su sangre por la soberanía cubana, de ser necesario, pero lejos está de proponer eso el único país que exporta ejemplos humanitarios, mientras otros exportan muerte y bombas, que atraviesan huesos en busca de petróleo.
Poco se habla de la “Batalla de ideas”, en esos medios que no son tan medios. La Batalla de ideas impulsada por Cuba consta de decenas de programas para pelear por un mundo más justo, y con mayor equidad. Claros ejemplos que hoy alimentan el crecimiento de América Latina, son el Plan Yo Sí Puedo, que ha librado de analfabetismo a Venezuela, y lo está haciendo con Bolivia; o la brigada de médicos Henry Reeve, que está formada por los doctores voluntarios que se ofrecieron a viajar a Nueva Orleáns para ayudar al pueblo estadounidense, convocados por Fidel, tras el desastre que ocasionó el huracán Katrina. Como consecuencia del rechazo del gobierno de Bush a la mano solidaria cubana, esa brigada se repartió en diferentes rincones del mundo, donde lleva conocimiento y herramientas para atender a pueblos marginados, desinteresadamente.
Cuba no tiene en 47 años de revolución, ni un solo desaparecido, ni un solo condenado sin juicio previo. Ningún registro de torturas, ni cualquiera de todas las aberraciones que el gobierno estadounidense ha implementado en Guantánamo. Será desde lo ideológico históricamente discutible el método mediante el cual Cuba se levantó ante la opresión militar, pero está más que claro que hoy Fidel, en esta coyuntura, no alienta levantamientos armados, ni de focos insurreccionales por esa vía, sino que por el contrario, ha condenado a toda clase de terrorismo y ha apoyado a quienes han sido capaces de sostener la lucha por la paz, la utopía y los grandes valores humanos, en una batalla de ideas, contra un sistema que, al decir del Che, sigue siendo “el genocida más respetado del mundo”.
¡Pero en Cuba hay prostitución!
Que rima con Constitución, y con Godoy Cruz, y con la colectora de la General Paz, y con tanto shopping de personas disperso a nuestro alrededor. En Cuba hay prostitución, pero lo que más les duele a quienes le hacen publicidad a la existencia de esas ‘jineteras’ es que Cuba ya no sea el prostíbulo del imperio, como alguna vez pretendieron. Y hay un dato, en esto de la prostitución, que estos ojos también eligen mirar: en Cuba, no hay cubanos que desnuden su cuerpo para vender un producto. Donde se busque ver mujeres bonitas con pechos comprados vendiendo bombachas de marca, en La Habana posiblemente se encuentre alguna frase de José Martí. Y aunque a más de uno le parezca una idea aburrida, la realidad es que hoy el pueblo cubano puede decir algo que, en tantos países “libres y dignos», no se puede: NADIE ABRE LAS PIERNAS POR HAMBRE. Prostitución hay en todos los países del mundo, y también en Cuba, donde Estados Unidos la sembró durante medio siglo pasado. Pero nadie se prostituye por tener vacía la panza o la biblioteca.
El colmo, ¿Cuba no tiene ‘peros’, ni defectos?
Montones. Montones que los discutimos, y los seguiremos discutiendo en cada reunión de La Poderosa, pero en este medio de comunicación, en el que no volcamos conclusiones indiscutibles, sí necesitábamos desenmascarar algunas mentiras evidentes. Nos hemos preguntado más de una vez por qué Fidel no pudo prever la reorganización que significo el duro ‘Período especial’ después de la caída del bloque socialista, o cuán necesario será todavía controlar rigurosamente los medios de comunicación, o cómo manejar la distribución de la riqueza con la doble moneda, o cómo abrir las puertas de la comunicación sin exponerse a la falsas postales que envia el imperio… Hay mucho por preguntar, por aprender, y por mejorar. Pero cuando debatamos sobre Cuba, cuando critiquemos cada punto, no podemos hacerlo sin recordar todas las limitaciones económicas y discriminatorias que padece la isla. Evaluar Cuba, sin pensar eso, es mirar con los ojos cerrados. Y aun considerando ese punto, creemos importante recordar que absolutamente todos los errores y pasos en falso de la revolución cubana, tenían y tienen como fin último esa justicia social que muchos soñamos. ¿Alguien podrá explicarnos cuál es el fin de las limitaciones de todo tipo que tenemos en casi todos los demás países de América Latina? ¿El precio de qué producto estamos pagando con tanta miseria?
Cuba, por la vieja dictadura y el vigente bloqueo, no ha tenido como opción volverse una social democracia con pan para todos, porque el pan para todos que había en América Latina ahora está en donde hay sociales democracias. Y el poco pan que queda, sigue tomando la misma ruta. Ningún país latinoamericano puede darse el gusto de cubrir todas las necesidades y las ambiciones al mismo tiempo, pero de los pocos gustos que se pueden elegir en la patria latinoamericana que nosotros vivimos y soñamos, sin dudas, compartimos los gustos que se da la revolución cubana.
Si comprar es libertad, a nosotros véndannos la libertad de los cubanos.