1 abril, 2008
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Ni encierro, ni apertura

El zócalo sobreimpreso en el nuevo canal de televisión, una palangana de pus hadadista que dio asilo a los grondonas y los gonzalezoros, lo dice bien clarito: “Llegaron los celulares a Cuba”. El subtitulo, por si acaso, lo refuerza: “La isla sigue afirmando su rumbo a la apertura”.

Hasta ahí, más de lo mismo. Putrefactos los oídos de escuchar hasta el hartazgo la palabra “transición”, poco han escuchado de la retractación, cuando Raúl anunció que cada medida trascendental la consultaría con Fidel, pero fue entonces que entró a escena el nuevo denominador común de Cuba en los medios de desinformación argentinos: “La Apertura”.

Es muy bueno. Habría que darlo en los colegios. En medio de la despampanante decoración gráfica en la pantalla, por arriba, por abajo, por atrás, como un kamasutra del televisidio, y tras cerrar con formalismo religioso el pomposo anuncio del muñeco recitador de noticias, que jamás se detendrá a analizarlas un poco, apareció por fin un cubano en escena, la única palabra cubana de todo el informe, que por ser una sola, bien podrían haberla elegido entre miles, o haber sido circuncidada a gusto y conveniencia, como nos tienen acostumbrados. Pero no, esta vez ni siquiera se tomaron la molestia. Mandaron una sola entrevista al aire, para sostener “la apertura” de Cuba a la epidemia del capitalismo salvaje, una sola, apenas una boca cubana como referencia de la gran noticia.

 

Una entrevista, y una pregunta: “¿Qué siente ahora que puede llevar un celular”, indagó la cronista, con la voz recia de una investigadora conciente, como si estuviera librando la campaña libertadora contra los que la explotan para que hable sin pensar. “Pues muy bien”, respondió el cubano. Y la periodista asintió entonces con una sonrisa. Quizá no haya escuchado lo que vino después. O quizá no lo haya entendido. “Muy bien, realmente, es un placer estar a la par del desarrollo tecnológico del mundo, y esto se lo debemos a la revolución. Este celular que tengo, la revolución me lo ha dado”.

Obviamente, las noticias subsiguientes de la isla siguen hablando de apertura. Todos los medios, todos los días, hablan de apertura. ¿Cuál es la apertura de un pueblo que accede a los avances tecnológicos, sin negociar lo que nunca ha negociado, enteramente inmerso en su resistencia histórica y heroica? ¿Por qué no hablan de apertura al socialismo, cuando los gobiernos satélites del imperialismo en el tercer mundo, columnas que sostenían al Plan Cóndor, empiezan a doblar a la izquierda, con políticas de pseudoinclusión y banderas de derechos humanos para que no se los coma el fervor revolucionario que quisieron aplacar con los Batista, los Pinochet y los Videla? ¿Qué cosa tiene que ver el capitalismo del que hablaba Ford, ése de los obreros capaces de comprar con su salario los autos que producían, con éste actual, donde la mano de obra explotada de los supermercados no recauda lo suficiente como para comprar la carne o la leche para sus pibes? Después de 49 años agazapados a la espera de hallar algún punto para poder relacionar al socialismo cubano con los improperios stalinistas, ¿no será hora de  reconocer que el analfabetismo cero y los desarrollos en salud, de un país bloqueado económicamente, son más relevantes que los modelos de la telefonía celular? ¿Y si no lo reconocen así, no sería justo destacar que la telefonía celular ha llegado después de algunas necesidades básicas satisfechas? Nos hemos cansado de pedir desde esta misma plataforma y varias más, que si tanto confían en el declive del modelo cubano, lo dejen morir. No más bloqueo, no más boicot, no más prisión para los 5 héroes. Con bloqueo y con boicot, esa isla exporta salud y educación donde exportan muerte los que se dicen enviados de Dios y combatientes del terrorismo.

 

La Poderosa tiene su base en Latinoamérica, y encuentra en Cuba un faro de esperanzas cada día. Raúl no es Fidel, porque Fidel, es Fidel. Raúl es Raúl, y gobierna a una isla concientizada, que puede elegir su rumbo sin que anden bregando por su libertad los que no han sabido resolver la desnutrición infantil de sus propias tierras, con infinitos recursos más, divisas adquiridas a cambio de una dignidad que Cuba no negocia. En el rumbo que tome el pueblo cubano, verá huellas de luz el espíritu de La Poderosa. Y mientras quieran vendernos apertura y confrontaciones, seguiremos levantando más alto y más alto, la bandera que supo clavar el Che. Pues si ahora dicen que Fidel se pelea con Raúl, mediante las columnas de Granma, en las que sólo insta al pueblo a no comprar la apertura que las multinacionales de la comunicación pretenden imponerle, más vale que empiecen a rectificar los 49 años de propaganda contrarrevolucionaria, mediante la cual estos mismos medios que difunden la supuesta disputa de poder, le han sembrado al mundo la idea del periodismo abiótico y esclavo en la isla, en vez de profundizar en cuál sería un mejor camino para responder al bombardeo mediático imperialista, con una plena libertad de prensa. Pues titulen ahora, que Fidel y Raúl discuten por “la apertura”, pero que no se les olvide poner otro título al lado que diga: “Nos equivocamos: en Cuba se puede discutir”.

 

Quizá sea que Granma responde a Fidel. O quizá sea que Raúl en realidad aceptó tomar un fúsil contra la dictadura de Batista, y alimentar el liderazgo de su hermano, y soportar la expropiación de las tierras de su familia, porque estaba esperando a ser un septuagenario que pudiera lucirse ante las cámaras del mundo, echando por la borda la dignidad inmortal del pueblo cubano. Nosotros confiamos en Raúl, porque en Cuba gobierna el pueblo cubano. Y el pueblo cubano, alimentado y educado, es el mejor legado de nuestro compañero Fidel.

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