Nuestros medios de comunicación. Nuestros medios de educación. Y ahora, también, nuestros medios de producción. De toda la luz que ha dado el trabajo comunitario de los vecinos de Zavaleta, el parto de dos nuevas cooperativas es el producto de una fecundación que viene germinando a la vista de todos los que somos La Poderosa.
El mecanismo de financiamiento genuino orgánico, sustentado netamente hasta hace poco tiempo por el aporte anónimo de distintos actores sociales, se amplía ahora desde las bases, desde la edificación cimentada a conciencia de un modo de producción que elegimos, cuidando nuestros recursos naturales, reivindicando nuestra cultura y fomentando lazos de solidaridad, entre compañeros de una lucha que propone la realización personal mediante el trabajo propio y colectivo, sin peón, ni patrón, ni ninguna explotación.
Respaldadas en la embestida inicial por el impulso económico del resto de La Poderosa orgánica, desde Buenos Aires, Córdoba y Tucumán, se dispuso en el foro interregional de junio la puesta en marcha de las cooperativas poderosas, que no sólo dividirán su ingreso bruto entre los gastos, la remuneración equitativa y la reinversión del propio emprendimiento, sino que además acompañarán la conformación de un Fondo Común del Poder Popular, que será el caldo de cultivo de nuevas cooperativas, con la impronta poderosa histórica, que irá regando un mercado alternativo a la selva de la competencia caníbal, para que crezca, entre tanta sociedad de consumo, la producción en comunidad.
Los pibes de Zavaleta, aquellos que alguna vez se suponían beneficiarios de las bondades del Fútbol Popular y hoy militan en La Poderosa, al igual que un grupo de compañeras madres del barrio, que se encontraban desempleadas hasta esta iniciativa popular, serán abanderados en los primeros pasos de un desarrollo que no construye escaleras de huesos ajenos, ni presenta superficies resbalosas por el sudor de los demás.
La Cooperativa de Fútbol Poderoso dará el puntapié inicial a la organización de distintos torneos relámpago de Fútbol Popular, abiertos a la población toda, que no sólo habilitarán la proyección del juego mixto, sin árbitro y en el habitual ámbito de reflexión colectiva, sino que además le darán juego a los espacios culturales que reivindican nuestra trama barrial. Y sí que los trofeos serán un caño, y sí que las camisetas serán un golazo, y sí que la organización se alentará desde la popular. Pero detrás de todo eso, habrá además, la jugada estratégica de una juventud de Zavaleta que crea y se mueve, para demostrar que todavía se puede jugar limpio, se puede jugar bien y se puede jugar en equipo.
La Cooperativa de Alimentos Poderosos pondrá las manos en la masa para la elaboración de productos artesanales, de la mejor calidad, también humana. Un kilo y dos pancitos. A pedido de socios del movimiento, vecinos comprometidos o degustadores de buen gusto, el plantel especializado de la repostería zavaletera hizo hervor en el tanque de nafta y se arremangó para empujar al barrio con sus propias manos. Si el horno no está para bollos, más bien que se prepare, porque en sólo una semana ya pasó la entrada: el primer pedido importante de empanadas, que salió con fritas. Pizza, tartas, postres, tortas y más es la oferta de la cooperativa maternal, que también sostendrá su arraigamiento barrial y su cordón umbilical en el abastecimiento gastronómico de cada uno de los torneos relámpagos que organice el Fútbol Poderoso. Para pedidos, basta un mail. Y listo el pollo.
“Imaginemos finalmente, para variar, una asociación de hombres libres que trabajen con medios de producción colectivos y empleen, concientemente, sus muchas fuerzas de trabajo individuales como ‘una’ fuerza de trabajo social. El producto todo de la asociación es un producto social. Una parte de éste presta servicios de nuevo como medios de producción. No deja de ser social. Pero los miembros de la asociación consumen otra parte en calidad de medios de subsistencia. Es necesario, pues, ‘distribuirla’ entre los mismos. El tiempo de trabajo desempeñaría un papel doble. Su distribución, socialmente planificada, regulará la proporción adecuada entre varias funciones laborales y las diversas necesidades. Por otra parte, el tiempo de trabajo servirá a la vez como medida de la participación individual del productor en el trabajo común, y también, por ende, de la parte individualmente consumible del producto común». De algo de todo esto, estaba hablando Marx. Algo de todo eso, estamos haciendo en La Poderosa.