12 mayo, 2009
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La Victoria tiene nombre de mujer

latinoamerica

Carlitos estaba en el campito desde temprano, pateando las ansias de esperar por sus compañeros de Fútbol Popular en Yerba Buena. Antes de las 18 también llegó Ale, y se armó una divertida jugada de pases. Tucu a tucu, fueron llegando los demás.

En la ronda para poner las reglas del partido surgieron distintas propuestas. No vale insultar, “porque no está bueno jugar con nerviosismo por una agresión verbal”, fue la sugerencia inicial de uno de los chicos. Por lo tanto, si alguien dice una mala palabra, se cobra falta. No vale barrer, “porque nos podemos lastimar y de esa forma tendríamos un compañero menos para disfrutar del próximo sábado”, se le ocurrió a otro, en beneficio de todos. El gol de Sofi vale doble, “para que participe más, porque recién está empezando a jugar al fútbol”, fue el consenso general.
 
Arrancó el partido. Tubi que toca con Miguel. Darío se la pasa a Osvaldo. La pelota queda para Sofi, que lo ve libre a Ale. Ale parece volar por la punta. Se apresura y hace la individual. Elude a dos; casi se lleva por delante a Sofi y anota acariciando con precisión. La emoción se apodera de su rostro. Corre con los brazos en alto, hasta que el festejo se convierte en reclamo y posteriormente en ronda. Todos se quedan mirando a Ale, con cara de reproche. Ale se queda mirando a todos, con gesto de sorpresa, como preguntándose: a éstos qué les pasa. Entre todos coinciden en que hizo el gol, pero también en que la jugada era clarísima, y se la tendría que haber pasado a Sofi, que estaba sin marca. Ale se justifica afirmando que no soltó la pelota porque Sofi no sabe jugar. Entonces, Miguel define con clase y simpleza, poniéndose en el lugar de su compañera y en los ojos de su compañero, y dice que, si no se la pasa, ella nunca va a aprender a jugar.

Sólo unos breves segundos de reflexión le alcanzaron a Ale para reconocer que se estaba dejando llevar por la competencia y no por el compañerismo y el juego en sí. Sonriendo, le pidió perdón a Sofi y alcanzó la pelota para que pueda continuar el partido. Sofi empezó a entrar en juego. Con el correr de los minutos y de la confianza, creció su participación, como creció la de muchos compañeros y compañeras algún tiempo atrás, como un proceso natural del Fútbol Popular. Generando juntos ideas integradoras, que nos permitan ser parte y desarrollarnos como individuos en un marco colectivo, poco a poco irá creciendo nuestro equipo y un día podremos vivir en un mundo donde todos jueguen y ninguno mire. Donde todos hayamos tenido la oportunidad de aprender y entonces sí, realmente, todos los goles tengan el mismo valor.