El calor paraliza las heladeras y los televisores que tantas veces quieren paralizarnos, las lluvias hacen cosquillas y el Fútbol Popular sigue generando otro tipo de calor, el humano.
Antes de cada entrenamiento, los pibes se preparan para hacerle frente a cuanta agua quiera caer o sol quiera quemar, descansando en noches iluminadas por rayos a veces aterradores, justo cuando Tucumán y gran parte del noroeste argentino permanecen en intermitente oscuridad por un apagón histórico.
Carlitos, por más que llueva, truene o la humedad sea lo que mate, siempre está listo para comenzar una nueva jornada de entrenamiento. Los demás van cayendo ansiosos de empezar cuanto antes, pero jamás rendidos ni siquiera ante el calor sofocante que en esta época asesta a Tucumán. Los pequeños grandes jugadores de Campo Norte, conformando un equipo que perfectamente podría poner “chivo” un partido contra cualquier fenómeno meteorológico, le da el inicio a una nueva fecha de deporte y compañerismo para seguir sacando adelante a nuestros barrios.
Alimentando este reporte, lo notable es que ninguna de las inclemencias pudo impedir que el domingo pasado se siguieran sumando nuevos compañeros a los entrenamientos en Diagonal Norte. A los recién llegados les bastó ese día para empezar a entender de qué se trata el Fútbol Popular. De la propia iniciativa de los changuitos surgió la idea de sumar un nuevo día de práctica en la semana para que todos puedan participar. Tubi lanzó: “¡Tenemos que empezar a entrenar otros días!”. Carlitos dejó bien en claro quién cobra las faltas y cómo lo decidimos: “Si Coco cobra falta, es falta”. Y frente a las malas palabras que pueden surgir por un exabrupto emocional durante el juego, Tubi propuso, como para todos los partidos: “El que putea, penal para el otro equipo”. Entretanto, entrenando, Coco demostró su confianza en el potencial de las chicas que rompen estructuras y empiezan a animársele a la redonda, y sugirió con entusiasmo: “¡Hay que enseñarles a jugar!”. A todo esto, se le sumó Gonchi quien, con una de sus habituales reflexiones, se calzó la camiseta de mediador para resolver armónicamente una discusión: “No peleemos más por pavadas y sigamos jugando que se hace tarde”.
Los que hacemos La Poderosa sabemos que el clima nunca fue un impedimento para seguir creciendo, porque si llueve, brotamos; y la mirada colectiva es nuestro faro antiniebla, que funciona con energía popular, más allá de cualquier interruptor privatizado que busque cegarnos. Y los chicos de Yerba Buena demuestran en cada práctica que esta moto está “tuneada” para resistir cualquier embate, meteorológico o de otras clases.