Ni el delirante arrebato de 82 guerrilleros lunáticos apretujados en un yate. Ni una expedición suicida a una isla desconocida. Ni un desafío irracional a los embates climáticos del mar abierto. Nada de eso. La expedición del Granma fue un hito fundamental en la gesta revolucionaria cubana. Y fueron muchos más que 82. El 2 de diciembre de 1956, arribó a las costas de Cuba un puñado de rebeldes, representantes legítimos de todo un pueblo concientizado y unido en la lucha por su liberación, contra la tiranía y el imperialismo. Un desembarco que no fue un hecho aislado, sino el producto histórico de la germinación del poder popular en una isla que con su faro libertario comenzaba a guiar a toda Latinoamérica hacia un camino de independencia, dignidad y justicia.
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