* Por René Houseman.
Más no puedo pedir. Y dormir tampoco. Ansioso por volver a ver a la Selección, desde este nuevo rol de comunicador, debo decir que todo lo que estoy viviendo me encanta y ya casi rimo como La Garganta… ¡Esssaaaaaa! Hace unas horas llegué a Belo Horizonte, pero la verdad que ya extraño la favela, que me hizo sentir en el Bajo Belgrano. Acá, en cambio, los tres que vinimos desde Río estamos alojados en un hotel, que supuestamente esmucho mejor, ¡pero yo extraño a los pibes y al Cristo Redentor! Dos rimas, no me hinchen más las pelotas.
Pero bueno, como las obligaciones mandan, debí dejar Santa Marta, para seguir de cerca al equipo de Alejandro Sabella, que también es el tuyo, el mío y el de todos los que no hinchamos por los buitres. Desvelado, me desperté re temprano, después de dormir pocas horas, aunque eso no me imposibilitó soñar… ¡Y qué sueño, papá! Tal como les dije en la previa del partido ante Bosnia, no me gusta hablar de antemano, porque casi siempre uno queda como un boludo, ya que por suerte el fútbol es lo suficientemente dinámico e impredecible, como para obligarnos a esperar que los partidos se jueguen. Pero esta vez, aprovechando que tuve un lindo sueñito, que también podríamos llamar “visión” o delirio místico, me voy a dar licencia para decir que vi a una Selección muy afilada, caminando hacia una luz redonda, que estaba después de la primera ronda… Otra rima, la puta madre, me están contagiando.
El punto es que fue un sueño y nada más, pero quién te dice. Si la pego, capaz digan: “Qué grande el Loco, encima es vidente”. Y si no, haré el mismo papelón que todos los que hablan al pedo. Sea como sea, ¡Ojalá que se cumpla! Por lo pronto, tengo planeado dejar de escribir esta crónica de lo que sucede en mi propia cabeza, para dedicarme de lleno a lo verdaderamente importante: desayunar.
Y en unos minutos… ¡Al estadio Mineirao! Pero qué sueño viejo, qué sueño. Tenían que verlo: en cada jugada se enlazaban los tres de arriba, junto al Fideo Di María, superando claramente la actuación del debut. Porque aquella sólo fue una prueba y estuvo más que aprobada, por haber sido el comienzo, pero éste ya sería el segundo parcial. Entonces, ¿Cómo no voy a estar nervioso? Al igual que todas las demás veces que defendí a la Celeste y Blanca, con todo lo que tenía, hoy me importa un carajo si dormí poco o si estoy cansado, porque me muero de ganas de gritar junto a Messi y junto a toda nuestra sociedad. Porque los sueños, sueños son, pero a veces se hacen realidad…
¡Vamos Argentina, carajo!
¿Y la rima?
¡Gritamos desde abajo!