25 febrero, 2015
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«No se olviden»

Por Nancy, mamá de Ismael Sosa.

A quienes no lo conocieron, les cuento que mi hijo nació un 4 de marzo de 1990, en San Antonio de Padua, Partido de Merlo, donde creció y formó ese carácter tan especial. Porque sí, lo está diciendo su madre, pero Ismael era una persona realmente especial. Alegre, sencilla, humilde, con amigos por todos lados. Su prioridad era tan sólo ser feliz y vivir la vida, a punto tal que siempre me repetía: «Lo material no importa, importa lo que tengas adentro».

Amaba compartir momentos con sus hermanos y sus sobrinos, aunque su debilidad eran los mates que tomaba conmigo. Solía hacer regalitos y escuchar música. ¿Su pasión? Dibujar, pintar. No le gustaba recibir presiones, de nadie… ¡Era lo que quería ser! Y se jactaba de su propia libertad. ¿Su impotencia? La corrupción.

No le gustaba mucho la política partidaria, porque sus banderas eran las banderas de sus bandas, dado que siempre estaba ahí, pidiendo Justicia por quien la necesitara. Y vean si no será cierto, que una de sus frases favoritas era este fragmento de una canción de Resistencia Suburbana, que hoy necesito compartir:

“¿Por qué los gobernantes nos matan de hambre?
¿Por qué la Policía te asesina, en lugar de cuidarte?
¿Por qué el pobre mata al pobre, en lugar de unificarse?
Que la unión haga la fuerza y que castigue al responsable.
Pero el odio no deja ver y todos somos enemigos.
Así vamos avanzando, pero para atrás”.

No era el mejor, ni tampoco el peor, pero de algo estoy segura: no se merecía lo que le pasó, porque nadie se lo merece. Aunque históricamente fuimos una familia humilde y muy unida, en estos momentos nos toca estar destrozados, porque nos lo arrancaron de nuestras vidas. Y su partida siempre nos va a doler, siempre. Pero el dolor es más grande, cuando no se sabe cómo, ni por qué.

Sus hermanos y yo todavía lo esperamos, mientras sus sobrinos preguntan por él: “¿Y el tío?». Nuestra casa, esta casa que era pura felicidad, se volvió tristeza y llanto… Ahora, a los responsables les juro que tengo toda la fuerza necesaria para alcanzar la verdad y la Justicia de los hombres. Pues la otra, la Divina, se la dejo a Dios. Y no, no creo que esos asesinos puedan descansar esta noche, ni apoyar sus cabezas en paz, pero por si acaso voy a dar hasta mi último suspiro para que no puedan hacerlo, nunca más.

No voy a parar.
Jamás me verán vencida.

Y en este camino, les agradezco con el alma todos los mensajes de apoyo que nos han llegado, porque no tengo palabras para devolver tantas demostraciones de afecto. Gracias, infinitas.

Hoy, sólo quisiera correr, correr, correr, sabiendo que lo volveré a encontrar. Y como sé que eso no sucederá, me muero de dolor, pero ese dolor será fuerza, hasta que sea Justicia, para mi hijo.

No se olviden de esta madre.
No se olviden de Ismael.

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