A la mañana, el Jefe de Gabinete le dedica su tiempo a las mentiras de Clarín, como si fueran novedad. A la tarde, Clarín le dedica su título principal a las críticas de Capitanich, como si fueran novedad. Y mientras tanto, en un país paralelo, la Policía cordobesa se lleva en silencio la vida de Ismael Sosa, como si no fuera una nueva víctima de violencia institucional: la gorra mató a otro adolescente, pero eso es absolutamente normal.