Tierras abandonadas y un negociado municipal no pudieron contra la convicción de los vecinos auto-convocados que defendieron la lucha por la vivienda digna. Mediante asambleas, la toma se convirtió en la forma de reivindicar uno de nuestros derechos. Comprendimos que la construcción colectiva es darle identidad a un barrio joven a través de una mesa de gestión que sueña con un bachillerato popular, el crecimiento de diversas cooperativas, siempre con los vecinos a la vanguardia. En esa senda, generamos este espacio de comunicación para que podamos alzar la voz de lo que nos pasa y así seguir transformando a nuestro barrio. El Macizo El Martillo, hoy grita su realidad.