28 noviembre, 2015
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La cultura de la mano dura

De los más profundos debates que atravesaron nuestra publicación y casi todos los canales de televisión, desde la 125 hasta la Asignación Universal, desde la Ley de Medios hasta la ley marcial o desde la estatización de Aerolíneas Argentinas hasta el saqueo de Barrick Gold en las minas, ninguna medida encontró un apoyo tan masivo, tan decisivo y tan esperado como la revisión del Estado, desde el propio Estado, en relación a los crímenes aberrantes de la última dictadura, para poder meter en sus jaulas a los comandantes de la tortura. Aun entre las voces que hemos denunciado sistemáticamente la desaparición de personas en democracia o la mano dura como nuestra peor desgracia, hubo siempre un reconocimiento hacia las reivindicaciones postergadas para las víctimas silenciadas por la impunidad, como así también un acompañamiento al desarrollo de los juicios por lesa humanidad. Nosotros, los que gritamos con fuerza para que aparezcan Julio López, Marita o Facundo, también pegamos un grito que aturdió al mundo cuando vimos por fin atrapado a Etchecolatz, caminando esposado hacia Marcos Paz. Todos, todos o la enormísima mayoría, independientemente de cualquier bandería, entendimos que no había dos caras del Nunca Más y que ya nadie aceptaría otro paso atrás.

Pues capaz no seamos los más ilustrados para catalogar al “nuevo” equipo económico instituido, que por algún motivo nos resulta conocido. Quizá, de hecho, no seamos los más técnicos a la hora de cuestionar a Patricia Bullrich o su idoneidad, tan sólo porque nos parece la antinomia de cualquier seguridad. Y tal vez, todavía nos falte estudiar otro tanto, para que nos inviten a disertar acerca del ex gerente de Monsanto, que manejará un Ministerio de Agricultura. Ahora, a la hora de la cultura, no podemos callar que acaban de anunciar a Pablo Avelluto como un ser impoluto, ante tantos oídos indiferentes, como si no fuera el tipo que propuso “echar a todos los docentes”, el mismo que soñó “la muerte del peronismo” mediante el terrorismo de Estado, el mismo que se ilusionó con el IUNA cerrado; el mismo tipo que otrora reivindicó a la “Revolución Fusiladora”.

A todos los que luchamos durante 39 años de historia, por la Verdad, la Justicia y la Memoria, nos provoca una enorme indignación esta absurda e impune designación. Pero a vos, a vos que quizá te inclinaste por el macrismo apostando a la industria del dialoguismo, a vos que lo empoderaste con su boleta, a vos que puteaste contra la “grieta”, a vos que buscabas un poco de paz, a vos… A vos debiera afectarte mucho más. Pues nosotros, junto a tantos otros que vienen gritando desde los bordes de la marginalidad, todos ésos que vivimos cuestionando las políticas de seguridad, sabemos muy bien que nadie pudo con ese legado de la dictadura, reciclado en forma de mano dura. Pero jamás hubiéramos imaginado encontrarlo en el Ministerio de Cultura.

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