Cuando le tiraron un par de huevazos a Cavallo, para interrumpir su cátedra de petulancia y cinismo, terminamos discutiendo sobre la intolerancia y el revanchismo. Ahora, si resulta ser un trabajador el receptor de la huevada que cae, entonces discutimos su currículum vitae… Ojalá puedan meditar, los francotiradores de Recoleta. Y ojalá puedan acercar sus huevos hasta los comedores o merenderos de Zavaleta. Eso sí, que lleguen enteros, sin ninguna grieta.
31 enero, 2016
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Huevones
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