Sos matón, trabajás de matón, juntaste unos mangos vendiendo restos de dignidad y anoche saliste a ejercer tu laburo: golpear trabajadores, ahogarlos con matafuegos, arrastrarlos por las escaleras y escapar como una rata por tirante, o peor, porque las ratas suelen tener la deferencia de andar por los tirantes sin custodia policial. De madrugada, volvés a tu casa con la ropa polvorienta, los dedos ensangrentados, la conciencia vacía, algún mouse que te choreaste y el culo todo sucio, pero te hacés el boludo. Besás a tu señora, que seguro labura de verdad, saludás a tus hijos y le mandás un wasap a Szpolski, temiendo que tampoco te garpe a vos. Arreglás el bonus con Garfunkel, confirmás que Triaca siga durmiendo y te vas a descansar tranquilo, pensando que cumpliste con Martínez Rojas como buen mercenario, sicario, ladrón, chacal o asesino. ¿Y mañana? Edición Especial de Tiempo Argentino…
Léanlo sin culpa, muchachos.
Y cuando vuelvan a llamar sus jefes, díganles lo que todos ya vimos, con la honestidad de cualquier laburante:
“No pudimos, tienen mucho aguante”.