18 julio, 2016
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Michetti, la doble cara y la doble vara

* Por Juan Grabois
Dirigente social y garganta de la economía popular.

 

No tengo nada contra Gabriela Michetti. La vi una sola vez en mi vida y tampoco voy a “poner las manos en el fuego” como está de moda decir ahora, pero en mi muy limitada intuición, me pareció una buena persona. Lo que sí me da un poco de bronca es la doble vara…. Y aunque sea natural que se proteja a unos y se persiga a otros, no hay que dejar de denunciar que el aura inmaculada con la que se reviste a algunos personajes funcionales al poder real y la sospecha permanente sobre los que lo combatimos son parte de una estrategia de dominación.

 

Me da más bronca la injusticia social que priva a tantos argentinos del acceso a la tierra, el techo y el trabajo… Por eso luchamos tanto para revertirla, aunque sea un poquito. Me da más bronca que se anden revoleando millones de dólares en un convento o que los dirigentes políticos más destacados acumulen fortunas faraónicas, mientras mis vecinos no tienen para pagar la factura de gas o la leña con la que tratan de pasar el frío invierno patagónico. Me da más bronca la represión que sufren los trabajadores formales e informales que están luchando por su dignidad, mientras represores y golpistas desfilan como héroes nacionales.

 

Pero también me da bronca la doble vara. Me da bronca, por ejemplo, que Milagro Sala y ahora Raúl Noro estén presos por supuestos delitos cuando aún no han sido juzgados y que ciertamente se los prive de su liberad con menos pruebas de las que acaba de darnos Michetti sobre su propia conducta, en su indignado descargo contra muy silenciosas voces disidentes que osaron señalarle algunas irregularidades. Me da bronca la foto que me mandó ayer un comapañero, donde se puede observar la habitación de Noro, un anciano militante del Movimiento Humanista, de 73 años, detenido-hospitalizado por causas políticas y portación de esposa.

 

Es llamativo que les exijan un estándar ético más alto a los dirigentes sociales que a la vicepresidenta de la Nación. Llamativo y patológico. Pero cuando esto se institucionaliza y se vuelve natural, atenta contra la democracia.

 

Me explico porque posiblemente el lector ni sepa de qué estoy hablando. Ayer, mediante una “declaración oficial” en su cuenta certificada de Facebook y una serie de comentarios que ella misma publicó en respuesta a las preguntas de otros usuarios, Michetti se autoincriminó de varias irregularidades de carácter cambiario, tributario, laboral y societario, vinculadas a la posesión de 50.000 dólares y 245.000 pesos en efectivo en su domicilio en noviembre del año pasado.

 

Hoy sabemos que la vicepresidenta poseía esa plata en efectivo -embolsada o no- debido a que trascendió que se la robaron de su casa el día que fue electa para la alta investidura que hoy detenta. El caso permaneció llamativamente oculto hasta hoy. La explicación de Michetti sobre tanto secretismo fue la siguiente: “Con respecto a por qué no se dio a conocer: es porque estaba involucrado uno de los miembros de mi custodia”. No veo la relación. Entiendo que las causas penales son públicas salvo los aspectos que estén bajo secreto de sumario. Y no parece ser el caso.

 

Me parece que Pepe Mujica dio en la tecla cuando afirmó: «Hay gente que adora la plata, y se mete en la política. Ahora, si tanto adora la plata sería mejor que se metiera en el comercio, en la industria o en lo que quiera, porque no es pecado. Pero la política es para servirle a la gente».

 

Con todo, no creo que Michetti sea corrupta. Y en tal caso, ¿quién soy yo para juzgarlo? Tampoco es eso lo que debe juzgar el Estado. Que alguien sea o no corrupto, sólo puede juzgarlo el de arriba, aunque a todos nosotros –sobre todo los impolutos periodistas– nos guste calificar ligeramente a los demás. Pero en nuestro ordenamiento legal ser malo, perverso o corrupto no es delito. En la Argentina lo que se juzga no es el “ser”, no es la naturaleza de las personas, sino la criminalidad de los actos concretos. Totalmente razonable porque si no cualquiera pone la vara donde se le ocurre y así caemos en el autoritarismo que tanto nos espanta. Los abogados lo llaman “derecho de acto”, para oponerlo al “derecho de autor”. Es uno de los pilares del tan mentado orden republicano.

 

Con esto no quiero decir ni mucho menos que la corrupción no sea un problema grave. En política es un verdadero cáncer y en lo social, peor. Me parece que Pepe Mujica dio en la tecla cuando afirmó: «Hay gente que adora la plata, y se mete en la política. Ahora, si tanto adora la plata sería mejor que se metiera en el comercio, en la industria o en lo que quiera, porque no es pecado. Pero la política es para servirle a la gente». Lo mismo vale para cualquier vocación de servicio. Si te gusta la plata, no te hagas cura, ni monja, ni maestro, ni militante social, ni directivo de una ONG caritativa. Estoy convencido de que la austeridad es un deber –moral, táctico y estratégico- de cualquiera que vive para servir a los que sufren la injusticia y quiere luchar contra este sistema que endiosa el Dinero. La manipulación partidaria de los casos más resonantes de corrupción puede generar el efecto de anestesiarnos contra esta enfermedad que tanto sufrimiento causa a nuestro Pueblo y que degrada estas vocaciones de servicio, que son en definitiva las únicas que pueden transformar la sociedad.

 

No sé si Michetti adora la plata. No sé si es corrupta. Sí creo que violó la ley, aunque me puedo equivocar. Me alegro que pueda defenderse y gozar del beneficio de la duda que se le ha negado a otras mujeres menos afortunadas. Tampoco me voy a rasgar las vestiduras por las infracciones que sí, creo, cometió: no me parecen tan graves, ni afectan demasiado la vida de nuestro Pueblo. Me parecen más graves las políticas de ajuste y entrega o la represión en Ledesma, la fábrica recuperada RB o la feria El Adoquín, que aparentemente gozan de plena legalidad, pero no por ello dejan de ser injustas. No obstante, estas consideraciones filosóficas no eximen a la vicepresidenta del proceso legal que sin duda le cabe por los hechos que ella misma relata y, tal vez, corresponda se aplique con ella la misma vara que se utiliza para los que no tienen poder: o porque nunca lo tuvieron o porque lo perdieron.

 

Si la ley no es pareja para todos, si no se aplica primeramente entre los que detentan el poder ahora, si algunos gozan de blindajes para resguardar su buen nombre y otros son sometidos al escarnio, si los fueros de unas valen pero los de otras no, bajo el paraguas de “la lucha contra la corrupción” se ocultarán persecuciones políticas y vendettas personales; se utilizarán los casos particulares como cortina de humo para esconder los problemas estructurales; se aplicará el consejo de Nikita Kruschev de echarle siempre la culpa al anterior, para justificar los problemas; el castigo o la impunidad no serán una cuestión de justicia sino de poder.

 

Historias paralelas

 

Algunos meses antes del robo que sufriera Michetti, una mujer de apellido similar, Miceli, fue condenada a 3 años de prisión por un hecho parecido. Según el diario La Nación, al recibir la pena Miceli dijo sollozando: «Sería una tremenda injusticia que yo fuera presa; estoy arrepentida de haber llevado el dinero, fue un error. Nunca jamás voy a ocupar un cargo público, ya aprendí la lección”. Estaba agradecida porque la sentencia, aunque humillante, representaba una reducción de la pena que le permitía conservar su libertad.

 

El hecho que causó la caída de Miceli y su renunciamiento a ocupar cargos públicos fue el hallazgo de 31.670 dólares y 100.000 pesos no declarados, una suma similar a la que guardaba Michetti en su casa. La causa generó justa indignación en la ciudadanía, dado que por entonces Miceli (Felisa) ejercía como Ministra de Economía. Miceli renunció a su cargo, fue juzgada y condenada.

 

Era insoportable que la responsable del dinero de todos los argentinos incurriera en actos ilícitos vinculado al manejo de su propio dinero. Ella alegó que se lo había prestado su hermano Horacio, del mismo modo que Michetti indicó que sus dólares provenían de un préstamo de su pareja Juan.

 

Pocas semanas después del robo y a cinco días de asumir Michetti como vicepresidenta, otra mujer, Milagro Sala, también electa democráticamente como diputada del PARLASUR, fue detenida bajo los cargos de instigar a cometer delitos y de sedición. No había ninguna prueba en su contra y la arbitrariedad de su detención ha despertado críticas internacionales, además de una fuerte denuncia de Amnistía Internacional e incluso la intervención de las Naciones Unidas. Tras dos semanas de estar detenida por subversiva, a Milagro le imputaron otros delitos menos anacrónicos y más a tono con las necesidades mediáticas: asociación ilícita, administración fraudulenta y secuestro de niños, entre otros. El expediente es bochornosamente irregular y la imparcialidad de sus juzgadores es al menos dudosa. Cinco jueces del tribunal superior de justicia son ex diputados del partido del gobernador…

 

Aunque no le encontraron a ella ni dólares ni pesos, Milagro no tuvo la suerte de sus dos congéneres, Michetti y Miceli, que gozan de su libertad y no pisaron un establecimiento penal. Milagro sí está presa, requetepresa, “está prohibido que den entrevistas sin autorización” (sic), según el mismísimo Ministro de Seguridad de Jujuy. Tal vez por ser india, jujeña y cabecita su encarcelamiento “preventivo” responda a razones ideológicas, de clase, etnia y origen.

 

Su esposo Raúl tampoco tuvo la suerte de Horacio y Juan. Con 73 años a cuesta y una larga trayectoria como periodista, hoy está detenido y custodiado en el Hospital Pablo Soria. Ni lo dejan hablar por teléfono. Noro estuvo tres veces preso en su vida: durante la dictadura de Onganía, durante la dictadura de Videla y ahora con el gobierno de Gerardo Morales.

 

Sobran razones para investigar

Dice el aforismo latino que la confesión es la reina de las pruebas («regina probatorum»). Las confesiones de Michetti no prueban que sea mala, corrupta o perversa, pero sí que fue desprolija en el manejo del dinero y que posiblemente su desprolijidad constituya alguna de las siguientes conductas antijurídicas. Si se le aplica la misma vara que a otros, un fiscal debería investigar la posible comisión de los siguientes delitos y los organismos administrativos involucrados (AFIP, UIF, IGJ) la comisión de las siguientes infracciones:

 

FALSEDAD IDEOLÓGICA: Michetti afirma: “En cuanto a los 50 mil dólares, se trataban de un préstamo que había recibido de Juan (mi pareja), para el pago de una maestría que yo quería regalarle a mi hijo, ya que concluía su carrera de grado en esos meses. Este préstamo está debidamente documentado en nuestras declaraciones juradas”.

 

En su declaración jurada declara un préstamo de 461.050 pesos, es decir, aproximadamente 50.000 dólares al tipo de cambio oficial de noviembre de 2015. ¿Por qué no declaró, como afirma en su descargo, que el préstamo fue en moneda norteamericana? No es un dato menor ya que al momento de celebrarse el préstamo existía el casi extinto “dólar blue”, regía el llamado “cepo cambiario” y las operaciones de este tipo estaban restringidas por la AFIP. En ese sentido, no es osado afirmar que la falsedad en la declaración jurada respondería a una intencionalidad de evadirse de las responsabilidades por la infracción cambiaria.

 

Por otro lado, un mes después de los hechos y bastante antes de la presentación de su declaración jurada, esos 50.000 dólares representaban 650.000 en pesos. A la fecha de presentación de la declaración jurada del periodo 2015, 750.000 pesos. Hay casi 300.000 pesos de diferencia.

 

Asimismo, para probar su real existencia y tener efecto ante terceros (cómo la AFIP) un “mutuo gratuito” debería ser celebrado por instrumento público o instrumento privado con fecha cierta. De otro modo puede considerarse un incremento patrimonial no justificado. Una senadora de la Nación y candidata a vicepresidenta no puede obviar esta situación.

 

Cuando Michetti afirma que el “préstamo está debidamente documentado en nuestras declaraciones juradas”, no dice que esa declaración jurada se presentó varios meses después del robo, es decir, cuando ya existían pruebas fehacientes de la existencia del dinero.

 

Por otro lado, Michetti afirma que quería los dólares “para el pago de una maestría que yo quería regalarle a mi hijo, ya que concluía su carrera de grado en esos meses”. Salvo que su hijo fuera a realizar una maestría en Harvard, no se entiende para qué tanto dinero. Ninguna maestría en la Argentina sale eso. Y si fuera a estudiar en el exterior, el pago debería estar autorizado por AFIP y realizarse por medios electrónicos y seguramente en cuotas, no en efectivo. ¿Cómo pensaba realizar el pago? Es cuanto menos sospechoso y debería dar explicaciones al respecto.

 

Desde ya no voy a decir nada sobre el hijo de Michetti porque no tiene ninguna responsabilidad, pero su madre debería abstenerse de festejar en su cuenta oficial de Twitter el derroche de huevos y harina en el hall de una costosa universidad privada, mientras hay gente en el país que ella gobierna que pasa hambre. Las fotos del 7 de diciembre que publica ella misma (http://tinyurl.com/z3wqfun) son un buen ejemplo de la cultura del descarte que hay que combatir y no promover, máxime los que exigen a los trabajadores austeridad para afrontar los momentos difíciles que atraviesa el país.

 

DELITOS CAMBIARIOS: aunque para la mayoría de los argentinos el problema nunca fue tener dólares sino llegar a fin de mes, hubo un tiempo, no muy remoto, cuando el tema principal de la agenda económica era precisamente la imposibilidad de obtener dólares legalmente. ¿Cómo los obtuvo Michetti: en dólares como dice su descargo, o en pesos como afirma en su declaración jurada? Si fue en pesos, ¿solicitó la debida autorización a la AFIP para adquirir moneda extranjera? Si fue en dólares ¿los 50.000 USD de Juan figuran en su declaración patrimonial anterior -2014- en esa moneda, o solicitó durante 2015 autorización para comprar dólares?

 

INCUMPLIMIENTO DEL DEBER DE INFORMAR: como presidenta de la Fundación SUMA y conforme a las previsiones de la Ley 25.246 contra el Lavado de Activos, Michetti estaba obligada a cumplir las resoluciones de la UIF. Debía llevar un legajo de todos los aportantes y solicitar documentación respaldatoria de toda operación (Resolución 30/2011 de la UIF). La Res 7/2015 de la IGJ indica taxativamente que las fundaciones que reciban donaciones superiores a 50.000 pesos o el equivalente en especie, en un solo acto o en varios, que individualmente sean inferiores a dicha cifra, pero que en conjunto la superen, deberán presentar una declaración jurada de información sobre el estado de cumplimiento de la normativa asociada a la prevención de la comisión de delitos de lavado de activos y financiamiento del terrorismo. Estas fundaciones se consideran sujetos obligados a informar a la Unidad de Información Financiera, por lo que no se entiende como superando ampliamente esa cifra la presidenta de la fundación maneje con tanta discrecionalidad y en efectivo valores de la entidad que preside.

 

EVASIÓN FISCAL, ENCUBRIMIENTO E INCUMPLIMIENTO DE LA LEY 25.345: Como Presidenta de la Fundación SUMA, Michetti debería haberse asegurado que los valores los maneje la tesorera, la legisladora porteña Silvia Giuidici conforme al sitio web de la Fundación. Seguramente ella sabría que el asiento contable no requiere de la presencia física de los valores, por lo que su afirmación “es muy probable que este custodio haya escuchado que yo iba a llevar ese dinero el lunes a la Fundación para hacer el asiento de cada donación”, deviene poco creíble.

 

Aunque en realidad, si subimos la vara, nunca debió aceptar donaciones en efectivo. La Resolución 2681 de AFIP aplicable a las Fundaciones indica claramente en su Art. 32. que “Las donaciones en dinero se efectuarán observando las siguientes condiciones: a) Deberán realizarse, a nombre de los donatarios, mediante: 1. Depósito bancario. 2. Giro o transferencia bancaria. 3. Débito en cuenta a través de cajero automático. 4. Débito directo en cuenta bancaria. 5. Débito directo en cuenta de tarjeta de crédito”.

 

Asimismo, si la subimos un poco más, vemos que la ley prohíbe transacciones en efectivo por más de 1000 pesos. No se explica por qué tanto efectivo y en su domicilio particular, ya que la Fundación SUMA tiene oficinas propias, cuentas bancarias e incluso un sistema de pago electrónico (MercadoPago) http://fundacionsuma.org.ar/.

 

ADMINISTRACIÓN FRAUDULENTA: Si la plata era de la Fundación y Michetti fue negligente, como integrante del órgano de administración de la misma, la tiene que devolver. ¿Lo hizo? ¿Se trató el imprevisto en el directorio de la Fundación y se abstuvo de participar de ese tema? Si la respuesta es negativa, puede ser pasible de administración fraudulenta. El informe de la Fundación SUMA que se publica en la página web (http://fundacionsuma.org.ar/assets/…/informe2015-GENERAL.pdf) no da cuenta de este robo entre los egresos.

 

FRAUDE LABORAL: Michetti afirma que “Los empleados de la obra en casa también cobraban en efectivo, y por eso yo tenía ese dinero para pagarles” (SIC). Además de lo expuesto en los puntos anteriores sobre el manejo de efectivo, si tenés empleados, los tenés que registrar y pagarles por cuenta sueldo. Si tenés un contratista, te tiene que facturar, pagarle por transferencia y asegurarte que los trabajadores estén debidamente registrados. En cualquier caso, Michetti infringió la ley al pagarles en efectivo.

 

Basta para mí, basta para todos

 

Tengo claro que la publicación de esta nota me traerá algunos problemas. Sé que algunas personas y seguramente varios trolls van a decir que soy un “mercenario K”, con el mismo énfasis que del otro lado me acusarían “por hacerle el juego a la derecha”. Y sí, seguro se van a preguntar con fina ironía cuánto me pagan, cuánta me robo o por qué no me quejo tanto de los Boudou, los López, los Fernández, las bóvedas o las monjitas. No me preocupa, ni voy a sacar a relucir las denuncias que circunstancialmente presentamos en la etapa anterior, ni pienso hacer gala de la vida por la que muchos militantes optamos frente a la cultura del descarte y el derroche obsceno del paradigma imperante. No nos hace mejor que nadie.

 

Nuestra convicción es que el camino para transformar la realidad comienza en la organización de los pobres y excluidos, que son ellos los protagonistas del Cambio y no los iluminados, santurrones y denuncistas de izquierda o derecha.

 

Nuestra convicción es que el camino para transformar la realidad comienza en la organización de los pobres y excluidos, que son ellos los protagonistas del Cambio y no los iluminados, santurrones y denuncistas de izquierda o derecha. La denuncia sirve cuando supera el “eticismo sin bondad”, el carpetazo o la operación de prensa para convertirse en un arma cargada de futuro que enfrenta al poder vigente y buscan revertir las injusticias, siempre pensando en las necesidades reales de nuestro Pueblo y con la mirada puesta en construir una sociedad mejor.

 

 

Ya lo aclaré, pero lo repito. No creo que Michetti sea corrupta. No creo que tenga que renunciar. No creo que se la deba destituir. No creo que tenga que ir presa. Pero tampoco es Santa Teresa de Calcuta, ni ella ni las otras figuras que se presentan como inmaculada. Ni unos son tan buenos, ni los otros son tan malos y, en general, todos viven bastante bien y bien lejos de los sufrimientos de nuestro pueblo pobre.

 

La inmensa mayoría de los argentinos no queremos persecución ni impunidad. No queremos malversación de fondos de la obra pública ni transferencias al capital por medios legales. Queremos justicia. Algunos creemos que no va a caer como maná del cielo, vamos a tener que luchar por ella, contra el sistema, contra la cultura hegemónica, contra las corporaciones del poder y contra nuestra propia corrupción como Pueblo.

 

Mientras tanto que todos tengan el mismo derecho a defensa, el beneficio de la duda, el debido proceso, el respeto a su buen nombre y presunción de inocencia. O que al menos se aplique la misma vara para todos los que hace décadas viven de la política y no quede títere con cabeza: que se vayan todos.

 

Quiero ver libres a Milagro y Raúl al menos hasta que haya una sentencia firme que los condene por alguno de los delitos que le endilgan o que se aplique el mismo rigor para Gabriela y Juan; aunque la vara debería ser más alta para el que más oportunidades tuvo. Y que también se use la misma para los indígenas jujeños y para los CEOs porteños, la Fundación SUMA y la Cooperativa “Pibes Villeros”.

 

Pues ya que soñar es gratis y está exento de impuestos, algún día quiero un gobierno pobre para los pobres, sin miseria, ni bolsas de dólares volando sobre la primicia, entre operaciones ilegales.

 

También frente a los ojos de la Justicia,
debiéramos ser todos iguales.

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