5 agosto, 2016
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De Madres somos

No sabemos, no tenemos idea de cuántas alternativas tenía la Justicia para indagarla con cualquier motivación, pero de algo estamos seguros: ésta no era una opción. Porque hoy no vimos Justicia, hoy vimos un patético show de la noticia, orquestado con alevosía y premeditación, tal como se programa un clásico por televisión. ¿O alguien no sabía que hoy, como hace 1999 jueves, marchaban las Madres de la Plaza? Tal vez se le haya olvidado al pelotón que volvió a su casa, bajo protección de la misma industria noticiera: la humanidad que lesionaron, sigue estando ahí afuera.

 

Y ahora, ahora que corretean a nuestra vieja por algún callejón, elegimos contarles una historia que marcó esta organización. No bien la Garganta de Román empezó a rebotar en algunos lugares, la Policía Bonaerense nos quiso decomisar los 3 mil ejemplares, en la costa, donde muchos aprovechamos la posta para conocer el mar. “Son todos zurdos, hacelos cagar”, avisaba un efectivo desde la camioneta, alertando “los domicilios en Zavaleta”, en un circo de palos y pitos, después de apalearnos frente a los más chiquitos. Y una vez adentro del calabozo, mientras tantos hacían reposo, dos personas rompieron el silencio de todas las demás: Adolfo y Hebe, una vez más.

 

No sólo logró mantener el conflicto vivo: debieron destituir al jefe del operativo, aunque la lupa mediática seguía revisándonos, con la idea de terminar adjudicándonos uno de los únicos dos casilleros que las grandes corporaciones reservan para nosotros: amigos de ellos o subordinados de otros. ¿Pero saben qué? Para el pueblo, las Madres son las Madres y, si todavía no las conocen, pueden seguir googleándolas: nosotros no podemos, estamos ocupados abrazándolas.

 

Pues lo mejor, vino después. Custodiada por las cámaras, caminó por la tira Che Guevara, entró a nuestra redacción sin los medios, cerró la puerta y nos dijo: “Traje dos banderas, una con el pañuelo y otra con la cara de Néstor, pero como sabía que no tienen un marco partidario, preferí no abrirlas delante de los medios”. Desde entonces, ya no hubo que explicarles a nuestros peques por qué las Madres son las madres, mal que les pese a los administradores del espanto. Nadie nunca nos cuidó, nos amó y nos respetó tanto. Y sí, ¡aguante Hebe, carajo! Porque toda esa fuerza, toda tu fuerza viene de abajo.

 

De nosotros que no somos nadie, más que nosotros.

 

De nosotras, que copamos las calles cada 24.

 

De nosotros, que no buscamos quedar bien “con Dios y con el Diablo”.

 

De nosotras, que solemos quedar mal “con Dios y con el Diablo”.

 

De nosotros, que jamás vemos al “diablo” en una marcha por la memoria.

 

De nosotras, que seguro somos ignorantes.

 

De nosotros, que fuimos “ultra K” para algunos, por denunciar a cómplices civiles.

 

De nosotras, que fuimos “anti K” para otros, por denunciar a Milani y Gerardo Martínez.

 

De nosotros, que no publicamos publicidad de ningún tipo.

 

De nosotras, que nos empoderamos entre cooperativas de trabajo.

 

De nosotros, que nos financiamos igual cuando les cae bien, que cuando les cae mal.

 

De nosotras, que nos equivocamos, pero no callamos.

 

De nosotros, que seguro nos volveremos a equivocar.

 

De nosotras, que moriremos nietos de Norita y Estela.

 

De nosotros, que necesitamos viviendas.

 

De nosotras, que necesitamos Justicia en el caso Schoklender.

 

De nosotros, que tantas veces nos reunimos en su casa.

 

De nosotras, que tantas veces disentimos en democracia.

 

De nosotros, que no olvidamos.

 

De nosotras, que no perdonamos.

 

De nosotros, que repudiamos con este circo de lesa credibilidad…

 

Que viva la libertad, la resistencia, la transparencia y la queja:

 

PERO NADIE SE ATREVA A TOCAR A MI VIEJA.

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