* Adolfo Pérez Esquivel
Pronto, en pocas horas, mucha gente hará crecer las interminables colas frente a la iglesia, para pedirle ayuda a San Cayetano, con la esperanza de alcanzar una vida digna, cuando la situación social y política mejore. Sin embargo, la realidad nos indica que la pobreza está aumentando, casi tan rápido como los despidos, mientras avanza un proceso inflacionario galopante, que hace imposible sostener las necesidades básicas de millones.
A la vista de todos, este gobierno neoliberal ha lanzado sus tarifazos, privilegiando al capital financiero sobre la vida del pueblo, algo realmente muy grave, porque la gente lo siente en todos los niveles, especialmente en las periferias del interior, donde la desigualdad se agudiza. Pues sí, Macri fue elegido como corresponde, o sea, dentro de un ejercicio democrático, pero guarda, porque la democracia no consiste solamente en votar. No hay que confundirse: democracia significa igualdad frente a los derechos. Y eso hoy no existe.
Entonces, ¿cómo no marchar este domingo junto a los Trabajadores de la Economía Popular, si hay más chicos viviendo en situación de calle? ¿Cómo faltar, si viene la pobreza y acompañada de la represión? ¿Cómo no gritar por la paz, frente a un panorama tan angustiante? ¿Cómo no reclamarle al gobierno que se ponga al servicio del pueblo y no de las grandes empresas, si fue precisamente esta conducción la responsable de levantarles las retenciones a las mineras y al campo, a las sombras del tarifazo? ¿Que recibieron una herencia dura? Sí, es verdad, pero la deben superar: asumieron esa responsabilidad.
Muchas veces, la paz puede confundirse con la pasividad. Y no hay cosa más contraria. La paz tiene que ver con aprender a vivir la diversidad, porque ahí habita la riqueza de los pueblos, aun cuando nos tratan de imponer la uniformidad. Así como sucede sobre los monocultivos de soja, echando por tierra la biodiversidad con agrotóxicos como el glifosato, sobre el monocultivo de las mentes también nos meten el tóxico de las propagandas, desde los medios masivos y desde las estructuras gubernamentales que nos necesitan pasivos, aguardando inocentemente un derrame que no llegó, ni llegará jamás.
Por todo esto, entiendo que la movilización del domingo 7 de agosto será como un caleidoscopio: de acuerdo a cómo se mueva, la realidad social, cultural y política podrá transformarse. Por todo eso, no se puede faltar. Por todo eso, yo no voy a faltar.
Sólo caminando juntos, podremos alcanzar la paz.