6 octubre, 2016
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«Habían pensado que nadie iba a hacer nada por mi hermano»

*Por Sandra Gerez, hermana de Gustavo Gerez, asesinado en una comisaría de Caleta Olivia el 18 de septiembre

 

 

En la madrugada del 18 de septiembre, mi hermano Gustavo fue detenido por efectivos de la Comisaría Primera de Caleta Olivia por “negarse a identificarse y resistirse a la autoridad”.

 

Ese mismo día, a las 14.30, me enteré de que estaba muerto en la comisaría. Desperada, me acerqué a preguntar y me dieron a entender que había fallecido por sobredosis.

 

Fui a la morgue a reconocerlo, y vi que estaba todo golpeado: me armé de coraje y le saqué fotos. ¿No era que había «muerto por sobredosis»? El jefe de la Unidad Regional Zona Norte, el comisario mayor Dante Abboud, dijo que estaban por tomarle declaración en la oficina cuando empezó a convulsionar. Una persona que convulsiona, a lo sumo, podrá tener un par de golpes en la cabeza o raspones, pero mi hermano estaba molido a palos. Yo no soy una instruida legal, ni nada que tenga que ver con medicina, pero a simple vista se notaba.

 

Mi hermano, Gustavo, estaba muerto a golpes.

 

Empecé a moverme. Busqué un abogado, el Dr. Alberto Luciani, y conseguí que me presentaran como querellante. Ahora, estamos buscando un perito de parte para pedir la exhumación del cadáver y una nueva autopsia. También, en una conferencia de prensa, repudiamos la brutal represión que hubo por parte de la policía ante la manifestación donde reclamábamos justicia, este 21 de septiembre.

 

Personalmente, creo que todos los eventos violentos se produjeron por algún infiltrado de ellos en la manifestación, dada a la magnitud de la preparación que tenían para repeler una marcha donde había niños y gente grande. Por algo actuaron de la manera en que actuaron y por algo, también, estaban preparados de esa manera.

 

Hay un grupo de gente que pide justicia, porque pasaron casos similares, y por miedo no se animaban a reclamar solos. Ahora, somos cada vez los que estamos de la violencia policial. Desde el anonimato me hablaron, también se acercaron a mi abogado mostrándole fotos y denuncias que no llegaron a ningún lado. Entonces, esto ya venía de arrastre y la policía, tal vez en su mente enferma de violentos, habrá pensado que nadie iba a hacer nada por mi hermano.

 

Pero se equivocaron.

 

Y no, no tengo miedo, porque con el miedo no se llega a ningún lado. Si me llegara a pasar algo a mí o a mi hija, al abogado o al grupo de amigos que tuvieron la cara más visible, tenemos bien en claro quiénes van a ser directamente los responsables.

 

 

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