* Por Gladys Cabezas, Juan Carr y María Luján Rey.
Ante todo, queremos expresarles nuestro absoluto apoyo, en la búsqueda de justicia por las torturas que sufrieron Iván y Ezequiel, ya que realmente ha sido una locura lo que debieron vivir. Por eso, en ese pedido que hicimos público anteayer, también aparece el control popular a las Fuerzas de Seguridad, las mismas que asesinaron a José Luis Cabezas, ésas que siguen con sus prácticas violentas y deben cambiar de una vez por todas. Sin dudas, es algo que debemos modificar entre todos a través de la lucha, puesto que nosotros somos parte del Estado, como ciudadanos. Y esos prefectos no pueden usar un uniforme nunca más, porque no sirven, pero además porque forman parte de la impunidad y la corrupción que nos atraviesan como sociedad.
No existe diferenciación: un corrupto es un corrupto y un asesino es un asesino, labure donde labure. Cuando hablamos de inseguridad, no solo estamos refiriéndonos a las salideras bancarias o a los celulares robados. También hablamos de esto: las Fuerzas de Seguridad están infectadas con agentes que liberan zonas y que torturan pibes, que así se vuelven víctimas de una inseguridad tan trágica como subirse a un tren y morir sin llegar a destino, como les pasó a las víctimas de Once. Contra toda esa injusticia, gritamos y volveremos a gritar, porque los chicos vivieron algo inadmisible, como lo vivieron los pibes en Cromañón, por funcionarios públicos que deciden corromperse en vez de trabajar por el bien común.
De corazón, hoy les enviamos un abrazo y toda nuestra solidaridad a los compañeros de La Garganta, por esas inhumanas torturas perpetuadas. Sinceramente, como ustedes saben bien, estas noticias no duran tanto en los medios de comunicación. Pues para describir lo que vivieron, sobran las palabras. Al enterarnos, sentimos una eterna indignación, porque cuando esa inseguridad cae sobre los humildes, impacta mucho más y resulta intolerable. Lamentablemente, hay un sector de nuestra sociedad que no soporta a quienes luchan por los más necesitados. Y lamentablemente, a veces cuesta utilizar la palabra “seguridad”, porque hoy pareciera remitir a un derecho para pocos y no para todos.
Desde aquí, condenamos todo tipo de violencia y deseamos profundamente que ninguno de los 40 millones de argentinos deba padecer lo que sufrieron ustedes. Y por eso, en la marcha del martes, surgió nuestro pedido de justicia, ¡no de mano dura! De hecho, cabe señalar que cuando esa violencia brutal aparece ejercida por las propias manos del Estado, la realidad se vuelve mucho más grave. Hoy, todavía existe un ejercicio del poder vinculado con esa violencia, desde los resabios de la última dictadura militar: necesitamos que las Fuerzas atraviesen una profunda transformación, además de comenzar a transitar otro tipo de formación.
* Hermana de José Luis Cabezas, titular de Red Solidaria y madre de Lucas Menghini Rey.