Nunca hubiera alcanzado la portada del mes, ni la coartada de ningún diario, pero hoy gritamos otra vez desde el barrio con la garganta del pueblo cubano, para volver ser humano al mito que supo sostener su grito hasta hacerlo magisterio, sin directrices, ni recreo, ni capital, en las narices del imperio y su bloqueo criminal. “Pues compartiendo los ideales, por encima de los bienes materiales, nada podrá separarnos de ustedes”, ni las redes, ni la represión, ni la guerra, ni los misterios, “ni las paredes de la prisión, ni la tierra de los cementerios”. No, no será casualidad que dibujen la prosperidad de la Revolución como una “apertura” a la globalización, mientras los candidatos de las corporaciones se roban las ilusiones de los ciudadanos, vendiendo Derechos Humanos con la mano y la cara dura del neoliberalismo. ¿Eso no es “apertura al socialismo”? Apenas otro bocado para la contrarrevolución de la ira: “Nada más globalizado que la desinformación y la mentira”. Alca, alca, al carajo el periodismo servil y todas sus noticias, “porque cuando llora un pueblo viril, tiemblan las injusticias”. ¿O tanto nos cuesta mirar? Cualquier hijo de rico puede viajar al cortejo inmaculado de Davos, “pero fíjense qué lejos hemos llegado estos esclavos”, militando la paz de todos nosotros, frente al altar del egoísmo: “Si no sabe luchar por los otros, no sabe luchar por sí mismo”. Salió, entró y triunfó, aunque los televisores hablen de “letargo”, sin interpelar a los ejecutores de un embargo pergeñado desde el infierno, “que hubiera derrocado a cualquier otro gobierno”. Ni promesas sobre el bidet, ni dinosaurios por desaparecer: “Para poder usar Internet, hace falta saber leer”. Muy bien: “Para ser libre también”. Y por eso, sin malgastar en publicidad ni un solo peso, Cuba se volvió antónimo de arrogancia y sinónimo de educación: “La ignorancia será siempre una aliada de la opresión”. Ni libertad sin panes, ni panes sin libertad, podrían conformar los planes de una dignidad capaz de sobrevivir, sin nunca retroceder: “Nosotros sabemos resistir, pero además sabemos vencer”. Bajo el siniestro y oscuro techo de los tiranos, “nuestro futuro será siempre de los cubanos”, a espaldas del qué dirán, con la sonrisa de Elián y con sus 5 héroes en libertad, “porque no hay fuerza que pueda contra la verdad”. Y entonces quizá sea ahora, la nueva hora para sacarse la venda y destaparse los oídos: “Si me vuelven una leyenda, se lo debo a Estados Unidos”. Pero no, chabón, así no habrá galardón pacifista, ni reconciliación entreguista, ni gloria de papel, ni clase con retrato…
La historia, Fidel, ya te absolvió hace rato.