19 noviembre, 2016
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La emergencia no es cuento

Perdón, perdón, perdón, ante todo, perdón, posta, perdón por perturbar al inmaculado espectro de nuestra paz social con otra problemática marginal, pero nos vemos obligados a denunciar públicamente la desaparición forzada de la Verdad, justo cuando estaba grabando un programa de televisión. Se lo advertimos, todos sus seres queridos le repetimos una y mil veces que no se dejara maquillar, que nunca una verdad salió ilesa de ahí adentro, que todo era una trump. Pero bueno, ya la conocen, dura, terca, necia, se mandó. Y ahora no sabemos nada, de verdad. Cientos de miles se quedan sin trabajo, las fuerzas de seguridad acechan, las mineras roban, las fábricas cierran, los ricos ganan, los pobres pierden y nosotros acá, desesperados, buscándola, porque si la llegan a ver… ¿Se imaginan lo que podrían hacer?

 

A la misma hora, entrando a la Secretaría de Derechos Humanos, un contestador automático nos informa que sí, que están torturando a la Memoria, sí, ahí mismo, frente a 30 mil testigos, que se niegan a dejar de declarar. ¿Pero adivinen qué? Nadie recuerda cómo fue, nadie la vio, nadie sabe para dónde salió. Siempre supimos lo versátil, lo vulnerable, lo pérfido de la desmemoria, pero esto parece demasiado. Se perdió, nos dicen los medios, se perdió la Memoria como se pierden las balas, hasta que las encuentran en la villa… No, viejo, una memoria no se pierde así nomás. Y menos que menos una tan grande, que para colmo estaba envuelta en un pañuelo. Pero bueno, ya le preguntamos al Código de Convivencia cordobés, al neoliberalismo, a los responsables del corralito, a los dueños de Papel Prensa, a las topadoras del FMI, a las promesas de campaña… Olvidate, tienen telaraña.

 

Y sí, como si todo esto fuera apenas una mentira para el olvido, ahora nos confirman que también habrían fusilado a una tal Justicia. ¿Qué justicia? No, por favor, ¡no puede ser real! Sí, parece que agoniza la Justicia Social. Algunos dicen que le pegaron un tiro en el medio del estómago y otros que la violaron en el Congreso, pero sin Verdad, ni Memoria, nadie explica a ciencia cierta cómo algo tan injusto pudo suceder, ni cómo piensan remediarlo, porque las Venas Abiertas siguen perdiendo sangre, tal como indica la teoría del derrame. Llamamos a las ambulancias, pero no entran al barrio. Llamamos al 911, pero nos atendió la Policía Federal. Llamamos al paro, pero no atendió nadie. Ahora, ¿cómo se llama a los jueces que pierden el juicio? ¿Al fallo explícito? ¿Y al empobrecimiento ilícito? Acá seguimos, llamando a la conciencia, paciencia.

 

Hoy a la tarde, desesperados por abrazarnos con Memoria, Verdad y Justicia, cientos de miles saldremos a buscarlas. Algunos eligen rastrillar los caminos del integracionismo, para no caer en el sectarismo. Otros prefieren esperar a un costado, aunque la mayoría los deje de lado. Y otros proponen mediar sin dejar de luchar, antes, durante y después de diciembre, contra el olvido, la mentira y la impunidad, aunque pase una eternidad. Dicen los expertos que, mejor, buscarlas en la unidad.

 

Todas las sospechas conducen al capitalismo, el femicida más respetado del mundo. Y sí, salvo la Policía, todos las estamos buscando. Necesitamos encontrarlas, pero encontrarlas en buen Estado, porque no podemos soportar su ausencia, ni volvernos cómplices de sus raptores. Y entonces, una vez más, ahí están los periodistas, interrogando a sus familiares, para ver cómo estaba vestida la Verdad, qué carajo andaba haciendo la Memoria adentro de la ESMA y qué buscaba la Justicia en los pasillos marginales. Sobre la primera opinó su prima, la Verdad Relativa, que buscó la explicación en variables económicas indescifrables. Sobre la segunda, opinó su hermanita, la Memoria Selectiva, que juró no haberla visto nunca. Y sobre la tercera, opinó su patronal, la Familia Judicial: todo bien, todo normal.

 

Pero nada, che.

 

Por favor, si las ven, si las conocen, si nos entienden, necesitamos que cientos de miles nos acompañen a rastrearlas por las calles, por el Congreso o por los noticieros, hasta que el Estado acepte su sano juicio, oral y público, ante las organizaciones sindicales y los movimientos sociales que denuncian esta realidad, llamando a la solidaridad de toda esa conciencia nacional, que nos hace mover los pies…

 

Emergencia Social,
hasta que aparezcan las tres.

 

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