Nosotros paramos la máquina. Nosotros, los números, geométricamente enjaulados en hojas cuadriculadas, atrapados en círculos empresarios, expulsados de la escuela, condonados a los cómplices y exiliados en las cuentas offshore, hoy contamos con ustedes, todos colorados frente al salario docente. Somos 30 mil, poniendo la fecha desde abajo del atril. El 0 de la pobreza, el 4 de abril, el 45 de la inflación, el 75 del transporte, el 11.630 del sueldo inicial, el 13.323 de la canasta básica y el 26.075 de la ley que los obliga a discutir el aumento con los gremios nacionales, sin multiplicar respuestas erráticas, ¡hoy salimos a dar clase de Matemáticas!
Nosotras paramos la reproducción. Nosotras, las especies, brutalmente desterradas por el desmonte, tachadas por Lewis, borradas por Benetton, violadas por Monsanto y detonadas por Barrick Gold, hoy corremos a las paritarias en manada, contra los domadores de nuestra plaga. Somos animalitos salvajes, domesticando a González Fraga. Las plantas de Sancor, los estudiantes del Cóndor, las huertas escolares, las presas del águila, las pirañas de la villa, los inundados de soja y los arañados por el gato de buenos modales, ¡hoy salimos a dar clase de Ciencias Naturales!
Nosotros paramos la historia. Nosotros, los tiempos y los espacios, recientemente importados del pasado, perdidos en días de clase, burlados por el negacionismo, suspendidos por el neoliberalismo y congelados desde el primer semestre, hoy sacamos los lápices de los 70, para colorear la Carpa de los 90. Somos los educados sin SAME, siempre llegando tarde a la teoría del derrame. Los cortos de sus bastones largos, los fantasmas de sus represores, los historiadores de sus saqueos, los herederos de Fuentealba, los biógrafos de sus fortunas y los revisionistas de sus manuales, ¡hoy salimos a dar clase de Ciencias Sociales!
Cientos de miles unidos en el espanto, recitando al unísono la misma poesía: nunca, nunca, nunca aprendimos tanto en un solo día.