Reproducimos a continuación una nota escrita por el medio de comunicación El Furgón, sobre la detención de Victoria Aguirre, en Misiones.
Consignamos el link y debajo el texto completo de la crónica escrita por la periodista Agustina Lanza.
http://elfurgon.com.ar/2017/06/30/otra-mujer-presa-de-manera-injusta/
Agustina Lanza/El Furgón – Como Higui, que intentó defenderse de una violación y fue acusada de homicidio. O como Belén, que pasó más de dos años en la cárcel por un aborto espontáneo. La justicia acusó a Victoria Aguirre de matar a su hija. Pero no hay pruebas que la incriminen, sólo la palabra de su ex pareja, Rolando Lovera. Los peritos determinaron que él era un violento y ella su víctima. Sin embargo, Victoria todavía puede recibir 35 años de prisión, la pena máxima posible.
Ese día el cielo estaba gris, lloviznaba. Corría viento frío aunque era 29 de enero. A la mitad de la noche Rolando Lovera despertó a su novia, Victoria, que dormía sobre un cartón en una de las habitaciones de la arenera donde él trabajaba como sereno. Le dijo que era hora de ir a casa. Durante el viaje en remis, Victoria cargó a Selene, su hija de dos años y medio. Rolando se la había apoyado en sus brazos cuando subieron al auto y le pidió que no la destape, que no la vea. Era la hija de ella, no de él. Cuando llegaron Victoria se dio cuenta de que Selene tenía manchas de sangre y tampoco respiraba. Se desesperó. Intentó reanimarla, pero no pudo. Le pidió por favor a Rolando que las llevara al hospital. Al principio, él se negó. Después las subió en la moto. En el camino le ordenó a Victoria lo que debía decir. Había sido un accidente: a la nena se le había caído una computadora encima.
Los médicos desconfiaron de esa versión. La niña tenía un politraumatismo de cráneo y marcas antiguas de violencia en su cuerpo. Victoria se enredó en sus palabras. No pudo decirle a los policías que su novio la había tenido secuestrada durante más de una semana. Era tan profundo el miedo que prefirió el silencio. Quedó detenida esa noche y luego fue trasladada al penal de Villa Lanús, a pocos kilómetros de la ciudad de Posadas. Lovera se fue del hospital antes de que llegara la patrulla y se entregó a las cuatro de la tarde del día siguiente. El lunes pasado, dos años después de la muerte de Selene, empezó el juicio. Victoria podría pasar el resto de su vida en la cárcel. La acusaron de homicidio agravado por el vínculo. A él, de homicidio simple.
Con 22 años, Victoria crió sola a su hija desde el comienzo. Selene tenía retraso madurativo y su ex pareja las abandonó apenas se enteró del embarazo. Estudiaba magisterio y vivía en la casa de sus padres cuando conoció a Lovera. A los seis meses de noviazgo, en diciembre de 2014, decidieron alquilar una casita en la ciudad misionera de Oberá. El 12 de enero, Victoria visitó a su familia porque uno de sus hermanos cumplía años. Durante la reunión, advirtieron que Selene se quejaba. Hacía poco le habían diagnosticado un cuadro de epilepsia y tomaba anticonvulsivos. Victoria llamó a su pareja y le preguntó si podía acompañarla al médico. Él fue de mala gana. Dijo que por su culpa perdía horas de sueño. Se ofendió tanto que cuando se fue a trabajar esa noche las dejó encerradas con llave.
Victoria armó un bolso a la mañana siguiente. No le había gustado el trato de su novio. Cuando él llegó de trabajar y vio la situación, le prohibió irse. Hasta ese momento no daba ningún indicio de ser violento. Empezó a gritarle y ella le pidió que hable bajo para no despertar a la nena. “Si llora, le pego”, le contestó. Y esa se convirtió en la primera amenaza.
Los días siguientes, Lovera la vigiló bien. Le rompió el celular para que no pueda comunicarse con su familia. No la dejaba asistir a clases. Durante las noches se la llevaba al trabajo con él. Le impedía hablar con cualquier persona que se le cruzara y la hacía dormir en el piso. Con Selene el trato era peor. En ningún momento demostró cariño por ella. Le gritaba para que deje de llorar. Hasta le molestaba el ruido que hacía con el chupete. “El problema lo tenía con mi hermana. Por eso sabía que si dañaba a la nena la hería aún más a ella”, contó Claudia Aguirre a El Furgón.
La violencia psicológica fue tan extrema que Victoria comenzó a tenerle terror. En cada amenaza, él se levantaba la remera y le mostraba un cuchillo que tenía colgado en el cinturón. La sexual y física también. Lovera la violó unas cuantas veces mientras la mantuvo cautiva. Victoria estaba llena de moretones en la espalda: ponía el cuerpo para recibir los golpes que iban dirigidos a su hija. Aun así no podía evitar que él la empujara, la sacudiera o la quemara con cigarrillos prendidos.
“El que hablaba con nosotros era él. Nos decía que estaba todo bien, que se habían ido de vacaciones a Ituzaingó. No sospechábamos nada”, dijo Claudia. El 26 de enero, Lovera publicó estados y subió fotos de Selene en su Facebook. Simulaba que ese viaje existía, como si los tres fueran felices.
Misoginia judicial
Los peritos determinaron que Victoria sufría Síndrome de Estocolmo doméstico y que era víctima de violencia de género. De Lovera dijeron que no tenía empatía, ni sentimiento de culpa y que reunía todas las características de un violento. Los únicos testigos que vieron a Victoria en la arenera declararon que casi no tenían trato con ella. No querían alterar a Lovera. Celoso daba miedo.
Claudia dijo que a su hermana la señalaron por no haber pedido ayuda. Sin embargo lo intentó dos veces. Tuvo la oportunidad de encontrarse a un albañil, conocido de su padre y le comentó que Lovera la golpeaba. “Disculpame, pero yo no me meto en relaciones ajenas. Además, ¿quién no le pegó un cachetazo a su mujer alguna vez?”, le contestó el hombre. Perdió su segunda chance el 27 de enero con Cristina Schiefelbein, una doctora del hospital Samic de Oberá. Lovera la intimidó cuando les dijo que Selene necesitaba quedar internada. Cuando se fueron, Schiefeibein hizo una exposición policial: una constancia de los hechos que no tuvo relevancia en el juicio. En otras palabras, una denuncia que no valía como tal.
La defensora oficial Teresa Gómez de Roth, que representó a Victoria al comienzo, tampoco se interesó en ayudarla. Ni siquiera dejó constancia de la marca de los golpes que tenía en el cuerpo. Victoria no fue a un hospital. Un médico se acercó a la oficina del comisario y la intentó revisar ahí. Le preguntó “si tenía algo” y ella contestó que no, por miedo. “Que hoy no tengamos esas pruebas es culpa de la defensora”, dijo a El Furgón el abogado Roberto Bondar, que representa a Victoria desde que le dictaron el procesamiento. Bondar aseguró que era un caso para pelearla desde el principio.
La familia de Victoria tiene un mal presentimiento. En la primera audiencia del juicio, llamó la atención cómo la fiscal Stella Salguero de Alarcón la atacó mientras la indagaba. Quería encontrar contradicciones en sus palabras y no hacía referencia a la violencia de género que padeció. “Cuando fue el turno de Lovera, la fiscal cambió el tono de voz. Empezó a hablar más suave e hizo poca referencia a su accionar. Le preguntaba cosas acerca de lo que había hecho Victoria”, contó Bondar. La postura del Tribunal Penal N°1 integrado por los jueces Lilia Avendaño, Francisco Aguirre y José Pablo Rivero también le preocupa. Teme que no sean objetivos. Pudo ver cómo el juez Aguirre le dio palabras de aliento a la hermana de Lovera afuera del recinto.
Fabiana Tuñez, la directora del Consejo Nacional de Mujeres, y la Asociación de Pensamiento Penal se presentaron como amicus curiae en el caso. Se creó, además, la Mesa Provincial Por La Libertad de Victoria Aguirre, que está integrada por agrupaciones sociales y políticas. Sin embargo su nombre sólo hizo eco en los medios misioneros.
“Estamos ansiosos. Esperamos el veredicto, que es la semana que viene”, dice Claudia. Cuando habla de Victoria, llora. Se acuerda de ese día gris de enero en el que cambió su vida para convertirse en un infierno. Espera que su hermana no integre la lista de esas que pasan sus días en la cárcel sólo por haber nacido mujeres.