Este sábado 19 de agosto, en las vísperas del día del niño, tres gurises de algún barrio de Paraná recorrieron el centro y miraron las vidrieras. Y jugando, como juega todo niño, uno tiró una piedra que golpeó la pared de un local.
La dueña del local salió a buscarlos y llamó a la policía. Ellos corrían, como después de hacer ring raje porque tienen apenas 6, 11 y 13 años.
La policía los detuvo sobre calle España. Ahí, rodeados de varios móviles policiales, estuvieron obligados a apoyarse contra la pared con las manos en alto. La mujer enfurecida, olvidándose de que son niños, exigía un castigo que no pediría para ningún otro niño. ¿Será que el problema es el barrio del que los niños son?
La policía les pidió los datos y los mantuvo demorados durante casi 40 minutos. Cuando al fin los dejaron ir, los tres volvieron al barrio.
Y quizás ahora estén preparándose para festejar un día que, cada vez que les robamos el derecho a la infancia, no es suyo, es de otros niños.
¡Basta de criminalizar a la infancia!
Queremos a nuestros niños donde tienen que estar: jugando.