Ayer se cumplieron dos años desde aquel 30 de abril, cuando Germán Gómez dejó de estar con nosotros. Dos años en los que el gendarme Felipe Villalba sigue impune y sin castigo, amparado por un estado asesino. Justo esa noche, después de una fiesta, las balas de las fuerzas de seguridad se llevaron a otro de nuestros pibes.
Un pibe que no era ladrón, sino un gran laburador, a quien le gustaba estar con los chicos y ayudar a la vieja para construir su casa y miles de esperanzas. Era un buen hermano, un buen hijo y un buen pibe, como dijo su hermana Emilia. Porque se manejan así, vestidos de civil y con el arma cargada sin respetar nada y con una impunidad desalmada. Esa noche no fue la excepción: “Germán se estaba disculpando con una señora por una pelea que había ocurrido en la fiesta. En ese momento, cuando estaba a punto de subir a la moto, apareció Villalba, vestido de civil, con capucha y ropa deportiva y sin mediar palabra, le pegó un tiro en el pecho”, relata Elsa, la otra hermana de Germán.
“Cayó desvanecido pero todavía estaba vivo y ahí, volvió Villalba para rematarlo. Lo fusiló de un tiro en la cara para que no se volviera a levantar. ¿Qué legítima defensa es esa?”, se preguntan Emilia y Elsa.
Con la garantía y el amparo de una justicia parcial, frente a toda la violencia institucional, Villalba volvió a su casa, dejando a Germán muerto y heridos, a su hermano Brian y a otro pibe más.
Esa noche había salido a cazar con ganas de matar. Sin uniforme ni palabras, sacó su arma reglamentaria y disparó sin piedad. Nunca se hizo un examen toxicológico, aunque la Instructora Judicial, Marcela Perona les había asegurado un resultado negativo a sus hermanas. En el expediente no hay más pruebas que las aportadas por ellas.
Al día siguiente del asesinato, familiares y amigos de Germán marcharon a la casa del gendarme, para animar a declarar a los vecinos que habían sido amedrentados y tenían miedo. Ahí se hizo presente Adrián Villalba, hermano de Felipe que les apuntó con un arma al grito de “ustedes van a morir todos como perros”. Y señalando a Emilia le dijo «Vos vas a morir igual que tu hermano”.
Se realizó una denuncia por amenazas, pero la Instructora minimizó el hecho alegando que si el arma estaba descargada no había peligro, en un intento por cubrir a la familia del asesino.
A los 15 días la causa estaba caratulada como homicidio en defensa propia. Sólo se logró cambiarla por homicidio cometido con exceso en la legítima defensa. Ahora se elevó a juicio y la familia espera fecha: «Queremos ver encerrado a Villalba. Para que no haya otro Germán. Que pague por lo que hizo, porque él nos mató a todos en vida. A mi vieja la destrozaron, me la hicieron mierda y el asesino tiene que cumplir su condena. Nuestro hermano no está más, pero nosotras seguimos acá y vamos a seguir luchando, no vamos a parar hasta que se haga justicia.”
Es por eso que el próximo domingo 6 de mayo la familia Gómez convoca a una marcha exigiendo justicia en el marco del 2° aniversario del asesinato de Germán. «Van a venir familiares de víctimas de gatillo fácil, para que la gente del barrio entienda que no es solo Germán, que no es sólo Villalba ni su hermano Adrián, que es toda la institución la que está mal», enfatiza Elsa.
Entre fuerza y dolor aguantan la miseria del Estado, con compañeros y compañeras que están empoderados: «Antes nos preguntábamos ¿Por qué a nosotros, por qué nuestro hermano? Y ahora nos encontramos con tantas familias que se hacen la misma pregunta. Entonces descubrimos que en la lucha ya no estamos solas».