16 mayo, 2018
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Los desalojos no pasarán: ¡Títulos de propiedad, ya!

 

En Rosario, una de las ciudades más importantes del país, bordeada por el río Paraná, los territorios se encuentran marcados por la desigualdad. Hoy les toca gritar a los vecinos del Barrio República de La Sexta, quienes desde el mes de febrero del corriente año se encuentran resistiendo contra los desalojos que desea llevar adelante el Estado provincial.

 

Se trata de un territorio postergado al que nunca le llegó la urbanización, pero que fue aumentando de valor debido a su ubicación estratégica: aledaño al centro, en las orillas del río Paraná, con la Ciudad Universitaria en el corazón de su geografía.

 

Desde los últimos días de abril y los primeros de mayo la policía comenzó a acrecentar los hostigamientos contra quienes se encuentran defendiendo sus tierras. Así, las autoridades, demostraron la forma en que quieren “dialogar”: policías, topadoras y amedrentamiento constante.

 

 

Estos terrenos que se disputan hoy en el barrio son supuestamente pertenecientes al Estado provincial, cedidos a través de un convenio firmado hace pocos meses atrás por su antiguo propietario: la Universidad Nacional de Rosario. Pero más allá de las sucesiones de mano en mano de los grandes poderes, lo cierto es que hace más de sesenta años muchas de las familias que están intentando desalojar ya vivían allí.

 

El República de la Sexta se conformó a principio del siglo pasado como un barrio obrero debido a la actividad portuaria y ferroviaria que se desarrollaba en la zona. Los terrenos que hoy están en disputa, pertenecían al ferrocarril en las épocas en que el Puerto de Rosario estaba ubicado en dicho lugar. Cuando estos quedaron en desuso durante muchos años debido al traslado del puerto a las afueras de la ciudad, fueron utilizados por vecinos del barrio para construir sus viviendas. Años más tarde, cuando La Sexta estaba conformada en su geografía como un barrio popular, dichos terrenos fueron destinados por el Estado a la construcción de “La Siberia”, como es popularmente conocida la ciudad universitaria, y proyectos que comienzan en el año 1971.

 

Durante la dictadura, sucedió una de las primeras “olas” de desalojos donde gran parte de la vecindad fue reubicada al Barrio Las Flores. Con la vuelta de la democracia, una cantidad significativa de quienes sufrieron el despojo de su vivienda -que es también su historia y sus orígenes- regresaron al barrio. Desde hace más de sesenta años, muchas familias vienen manteniendo su tierra, donde el Estado decidió emprender una batalla para desarraigarlos.

 

Nada de inédito y novedoso tiene, por tanto, la reciente intervención en el territorio: lejos de eso, se inició en nuestros tiempos más mortuorios. Hoy nuevamente deben librar esa batalla porque la memoria y el Nunca Más también son para el desarraigo y el despojo al querer “borrarlos del mapa”. En sus palabras hace eco la memoria cuando dicen «Si le pudimos ganar a la dictadura ¿no le vamos a poder ganar al negocio inmobiliario?».

 

Cientos de proyectos se han planificado durante las últimas décadas sobre las casas de los vecinos del barrio: residencias estudiantiles, torres de última tecnología, barrios privados, avenidas que conectarían el centro de la ciudad con el río, ampliación de la costanera. Otros tantos han sido cajoneados: construcción de cloacas, instalación de conexiones para servicios básicos como agua, luz y gas, el reclamo para que llegue la recolección de residuos, la garantización del derecho constitucional a una vivienda digna. Entonces, ¿de qué urbanización estamos hablando?

 

 

El último caso de intento de desalojo fue en el año 2014, cuando los terrenos pertenecían a la Universidad Nacional de Rosario.

 

Desde entonces, a través agrupación barrial “La Sexta Resiste”, los vecinos reclaman la titulización de las propiedades por “habitarlas, mantenerlas y cuidarlas” durante décadas. Fueron ellos quienes transformaron los territorios abandonados en lugares habitables. Las familias no quieren ser reubicadas, pues nacieron en casas levantadas con las manos de sus abuelos y bisabuelos. Afirman: «La desinformación es su arma más poderosa», saben que también es recurrente y por eso mismo aseguran: «Nos declaramos en estado de asamblea permanente».

 

Por un lado, los medios ladran que la protesta de La Sexta es puro barullo, las operetas mediáticas intentan construir a la sexta como un barrio inseguro, inhabitable, y donde no sería de extrañar que a partir de la criminalizacion del territorio y de la policía metiendo palo, inventen una de las famosas “camas” que todos conocemos. Por otro lado la comunidad vecinal aclara: «No nos interesa discutir el proyecto suyo», y expresa su reclamo con claridad: «Casa ya tenemos, exigimos título de propiedad». En este sentido, porque sabemos que las raíces son fuertes, la historia de estas familias es larga, la resistencia, ardua, que la única lucha que se pierde es la que se abandona, y sobre todo que la vida, historia y dignidad de los barrios no se venden, ¡se defienden!