Por Juan González, vecino y asambleísta de la asamblea poderosa del Barrio Marina
Soy vecino del Barrio Marina de Río Gallegos, donde el otoño se parece mucho al invierno y las temperaturas aquí hace semanas están abajo de los 0 grados. Calles congeladas, rutas anegadas y sobre nuestras casas el frío se siente más duro; y para colmo, llega la noticia del tarifazo al gas, como para complicar un poco más las cosas. Una garrafa de diez kilos nos dura tres días, cada una cuesta 300 pesos y, como venimos, no sabemos cuánto va a estar en unos meses.
Hay muy poco trabajo y cada vez está peor, tengo 5 hijos y no sabemos como superar esta situación límite. Para sumarle a la situación, no podemos usar caloventores porque se recalientan los cables y nos quedamos sin luz o corremos riesgo de incendio. Nos obligan a cagarnos de frío.
Ahora que llega el invierno utilizamos casi el doble porque la temperatura es muy baja y nadie nos da una solución.
Mientras tanto, los funcionarios nacionales y el presidente dicen que tenemos veredas calefaccionadas y no tienen ni idea de lo que sufrimos, ellos aplican aumentos desmedidos a los servicios y nos corren aún más del margen y nos ponen aún más difícil la vida.
Es doloroso ver que Macri, que es quien avala y ejecuta estas políticas, conoce menos a Santa Cruz que a Estados Unidos, país que visitó 5 veces en los últimos dos años, y desde que asumió todavía no pisó nuestra provincia. Parecido al intendente Roberto Giubetich, que nunca aparece en los barrios: se la pasa en Buenos Aires y no conoce nuestras realidades. Misma desidia, mismos mecanismos.
Pónganle un medidor a su corazón, ¿no ven que tratan con humanos? Dejen de liberar los precios para que se llenen de dinero Camuzzi Gas del Sur y Distrigas, empresas del estado provincial que manejan todo el envasado. Estamos en un punto extremo donde sin calefacción nos congelamos, y con los caloventores nos prendemos fuego. Les pedimos un freno a sus medidas, desde alguien que no viene de ninguna década ganada y que por este rumbo ve bastante irreal la promesa de la «pobreza cero»…
Lo real, aquí, son las temperaturas bajo cero.