29 agosto, 2018
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«Justicia por papá»

 

Por Moisés Vázquez,
hijo de Ramón “Tordo” Vázquez, asesinado a golpes por la policía santiagueña.

 



En pocos días se cumplirán cinco años del crimen de mi viejo, pero se me hace imposible hablar de él en pasado: está en cada recuerdo, en cada foto, en cada rincón de la casa. ¡Está en el corazón de toda su familia! Después de tanto dolor y tanta lucha, el 7 de agosto comenzó el juicio con nueve policías procesados en el banquillo de los acusados. Cuatro de los oficiales, de la Brigada de la Seccional Décima provincial, permanecen con prisión preventiva: Carlos Moreno, Roberto Chávez, Hernán Villareal y Cenobio Díaz.

Todo se desató por un robo en el barrio América del Sur, en una casa donde mi papá había trabajado de albañil tres meses antes. Durante la “investigación” la Policía hostigó y apretó gente por doquier. El 22 de septiembre de 2013 le tocó a cinco personas… una de ellas era mi viejo. A las 9 de la mañana entraron a casa y se lo llevaron arrastrando, a pesar de que la jueza negó la detención, ¡porque no tenían motivos ni pruebas!

Urgente fuimos a la comisaría donde nos dijeron que debíamos esperar… Mientras ganaban tiempo, lo molieron a golpes y lo “bolsearon”, hasta que se ahogó con sus propios vómitos. De las otras cuatro personas, a dos también las torturaron aplicándole el “submarino seco”; al que estaba con mi papá lo golpearon y encerraron en una celda; y a la única mujer secuestrada la amenazaron con torturas psicológicas en una habitación. A mi viejo lo subieron a un patrullero y lo llevaron al Hospital Regional, donde llegó sin vida.

Al reconocer el cuerpo nos enteramos de la verdad: el informe de la autopsia describía detalladamente el proceso de tortura y muerte. Al día siguiente marchamos hasta la Seccional. En el camino se nos unieron muchos changos víctimas en la misma comisaría. ¿Cuál fue el trato con nosotros? ¡Más represión! Nos esperaban la Montada, el Escuadrón Motorizado y el Cuerpo de Infantería con granadas de gas lacrimógeno y balas de goma, lanzados a pocos metros de distancia. En Santiago del Estero la Policía continúa cometiendo los delitos más aberrantes, fiel a la escuela del ex comisario y represor Musa Azar.


El inicio del juicio nos da una luz de esperanza: ponerle un límite a las Fuerzas de Seguridad que sienten poder para manejarse con total impunidad. Así quedó demostrado en las primeras audiencias, donde los efectivos actuaron con peligrosa liviandad. Aunque en la provincia los antecedentes frente a este tipo de denuncias no son nada alentadores, iremos hasta el final para que se haga justicia algún día, sin posibilidad de repetir el pasado.


Y para que nunca más haya un policía, replicando el terrorismo de Estado.

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