20 septiembre, 2018
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Gatillo fácil y cuatro años de impunidad

 
 
*Por Cristina Isabel Farías,
madre de Cristian ‘Tino’ Farías.
 
 

 
En la madrugada del 20 de septiembre del 2014 mi hijo Cristian «Tino» Farías, regresaba de su trabajo en una gomería del Barrio 8 de Abril. Era lo que hacía todo el día, trabajar, pero también realizaba tareas de albañilería y pintura para poder cumplir el sueño de instalar su taller mecánico, sueño que estaba a punto de cumplir.
 

Se había reunido con los chicos con quienes entrenaba los sábados, cuando llegó un vecino a pedir que lo acompañen para recuperar su moto que había tenido que abandonar en el Barrio Sarmiento al ser atacado por varias personas. Creyó eran hinchas de Central Córdoba pues él iba vestido con los colores del club Mitre, su eterno rival. 

 
 
Fueron hacia el lugar en varias motos y al llegar al cruce de la Av. Moreno y Lavalle varias personas de civil en una camioneta comienzan a perseguirlos y a dispararles a quemarropa. Eran miembros del Departamento de Investigaciones de la Policía de la Provincia que serían identificados luego como: Juan Carlos Aguilar, Marcos Cárdenas y Esteban Delgado. A las pocas cuadras los demás logran escapar pero Tino y Ramón, un chico de 16 años que lo acompañaba, quedaron como el único blanco de los policías y Ramón recibe el primer disparo. «Agarrate fuerte y agachate», alcanza a decirle Tino.
 
Después de casi 3 km de persecución caen al asfalto. Eran las dos de la mañana y varios vecinos asustados por el sonido de los tiros salen a la calle y ven a Tino agonizando. Cerca de él estaba Ramón de rodillas, mientras un policía le apoyaba una pistola en la cabeza.
 

La ambulancia llegó a buscarlos una hora después. Se llevó a Ramón, porque Tino ya había fallecido. La autopsia reveló que muere de un paro cardiorespiratorio producto de la caída, su hígado tenía serias lesiones que también atribuyen a la caída. A Ramón lo llevan al Hospital Regional donde quedó esposado y con custodias.

 

A pesar de que mi hijo llevaba su documentación y la de la moto, la policía no nos informó de nada hasta que recorrimos varias comisarías alertados por una publicación en un diario digital donde daban cuenta de su fallecimiento.

 

Intentaron que Tino pareciera ladrón de su propia moto; después como un accidente; después nos enteramos que Ramón tenía una herida de bala y cuando pudimos hablar con él, la verdad salió a la luz. Nos dimos cuenta que había sido una cacería.

 
Allí comenzó nuestra lucha. 
 
 
Su familia y amigos participamos en todas las marchas aquí y en otras provincias reclamando justicia. Inmediatamente la policía comenzó a hostigarnos, a nosotros y a quienes participaban. Nos espiaban y se infiltraron en nuestro negocio varias veces. Lo hacían a la luz del día, aquí es zona liberada para la policía.
 
  

El juez Miguel Moreno, quien estaba a cargo del Juzgado de 4° Nominación y que terminó renunciando al verse involucrado en una estafa al Tesoro de la Provincia de Tucumán, tuvo la causa de Tino durante los dos primero años que, a los pocos meses de iniciada, quedó paralizada. 

 

Desde diciembre de 2016 está en el Juzgado de Transición a cargo de la jueza Rosa Falco. Hoy la causa avanza despacio, ya están las declaraciones de los imputados y el informe de la autopsia, pero aún hay un camino más largo por seguir.

 
¿Cuántos años más deberemos esperar para que haya justicia por Cristian Farías? ¿Cuánto vale la vida de mi hijo?
 
 
Seguiremos luchando hasta que él y nosotros encontremos una paz justa cuando sus asesinos sean juzgados y condenados.
 

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