* Por Rosa Ponce, madre de Darío Pérez, asesinado por la policía en Santiago del Estero.
El miércoles 26 de Septiembre, mi hijo iba a cumplir 40 años pero, en lugar de reunirnos para celebrar, nos reunimos para velarlo porque la tarde anterior fue asesinado a golpes por policías de la Seccional Décima, en el barrio Autonomía. En lugar de darle un abrazo sólo pude tocar su rostro lleno de hematomas y huesos quebrados.
En la Décima, donde cinco años antes mataron al señor Vázquez, hace un mes mataron a Darío. Y vaya uno a saber a cuántos más, que nunca nos llegamos a enterar.
La tarde del martes, Darío había ido a la comisaría acompañado de su tío Manuel López, para realizar una denuncia por la venta irregular de unos terrenos de la familia, pero los policías que lo atendieron se negaron a realizar el trámite. Los testigos afirman que comenzaron a discutir y los policías empujaron a Darío hasta hacerlo caer. Lo tiraron al piso, lo patearon y antes de que pudiera hacer algo eran seis agentes golpeándolo. Como con eso no les alcanzaba, lo arrastraron hasta el patio de la comisaría, para torturarlo frente a los detenidos que estaban en los calabozos. Lo asfixiaron con una bolsa y le siguieron pegando hasta que se descompensó y murió.
¿Quién podría imaginarse que al ir a la comisaría a hacer una denuncia, podés terminar en una morgue?
Esto le puede pasar a cualquiera. Manuel me dijo que, por la forma en que lo hicieron, a plena luz del día y en público, es evidente que le resulta normal pegarle a la gente con total impunidad. Esta costumbre de torturar como en la época del represor Musa Azar, se tiene que terminar.
La fiscal a cargo, Érika Leguizamón, está investigando el crimen de mi hijo bajo la caratula de homicidio calificado. Por lo pronto hay cuatro policías detenidos: el Cabo José Luis Gómez; los Cabos 1° Jorge Jaime y Fernando Medina; y el Oficial ayudante Maximiliano Tévez.
Nuestra familia está llena de dolor. Mi marido está muy afectado, a veces dice que todavía lo ve andar por la casa. Yo trato de consolarlo diciéndole que tenemos que sacar fuerzas de donde sea y buscar justicia, por Darío y por nosotros.
Pase lo que pase, mi hijo ya no va a regresar, como tampoco las otras víctimas de la represión estatal, pero algo hay que hacer para que nadie pase por esto, Nunca Más. Si las autoridades no lo hacen, tendremos que ser nosotros los que implementemos un Control Popular, a las Fuerzas de Seguridad.