16 noviembre, 2018
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«Luchar vale la pena»

 
 
* Por María Viera,
mamá de Fabián Gorosito, asesinado por la Bonaerense.
 
 


Ayer confirmaron las sentencias del segundo juicio por el crimen de mi hijo y me siento en parte aliviada, sí, ¿pero saben qué? Siento un dolor inmenso, porque si bien conseguimos que encarcelaran a 5 de los 11 policías que lo asesinaron, las penas no responden a su asesinato, sino a las torturas que impartieron sobre los tres testigos de la causa: Maxi, Daniel y José. No me quiebra la bronca, no, pero me desespera, me llena de impotencia y me carga de angustia, cuando pienso que seis efectivos seguirán en libertad, portando un arma legal. Aun así, nuestra lucha no ha sido en vano, porque hoy muchas personas saben lo que pasó; nombran a Fabián, lo quieren, lo recuerdan, lo mantienen vivo… ¡Presente! 

 

Por todo este amor, pudimos resistir desde el 15 de agosto de 2010, cuando lo asfixiaron hasta quitarle la vida. Y no sólo logramos soportar aquel primer juicio plagado de irregularidades, cuando absolvieron a todos los imputados, sino que después conseguimos dejarlo sin efecto, para volver a empezar el proceso judicial, afrontando todo tipo de amenazas, amedrentamientos y torturas, ¡nuevas torturas! No pudieron contra tanta verdad: finalmente, Adrián Giménez, Marcos Dipierro, Pablo Nievas, Hernán Oviedo y Gonzalo Cuelli estarán presos entre 5 y 12 años. 

 

Pero todavía quedan ellos:
Cristian Fortunato, Raúl Ortiz, Luis Fernández, Rubén Villalba, Leandro Ose, Gabriel Sánchez y Aixa Sosa, los impunes.

 

Aunque por un momento, sentí vergüenza de volver al cementerio, para pedirle disculpas a mi hijo por otra decepción, anoche me di cuenta que no, me di cuenta que no sólo estamos luchando, ¡estamos demostrando que luchar vale la pena! Pues a lo largo de todos estos años, frente al Estado que no aparece o aparece en su peor forma, yo pedí custodia más de cinco veces. Y nadie nos escuchó. O nadie nos quiso escuchar. Hubo testigos amenazados, golpeados, ¡baleados! Por miedo a morir, muchos debieron cambiar su testimonio y quienes hablaron lo hicieron arriesgando su vida, porque estas porquerías siguen siendo una amenaza, patrullando por las calles de Mariano Acosta, en el Partido de Merlo. Pero no pudieron, ni van a poder. Nuestra batalla no termina con esta sentencia, porque hoy también grito por los demás chicos asesinados a manos de las Fuerzas, en cada uno de los barrios, en cada rincón del país.

 

No pudieron y no podrán. 
Ni conmigo, ni con Fabián.