16 noviembre, 2018
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«Ni un Pibe Menos» se proyectó en Posadas

 
 
La película “Ni un pibe menos” de Antonio Manco se estrenó el pasado lunes 12 de noviembre, en la Facultad de Humanidades de la UNAM. 
 
 
En la cinta se refleja la vida de una familia que trata de trascender un duelo irreparable, cuestionando una estructura miserable donde reina la desigualdad. 
 
 
La muerte de Kevin Molina, sin duda, denota una realidad que golpea en la tráquea, humedece los ojos y acelera el corazón, mientras abundan las preguntas. ¿Cómo sería el mundo si realmente cada quien pudiera dedicar una pequeña parte de su tiempo para ayudar a quien grita en la cara su dolor? Por más pequeño que sea; un acto para transformar y dignificar al menos un poco esta humanidad tan egoísta e indiferente, y por demás incoherente a veces. Cuando hablamos de solidaridad pero no dejamos de mirar para otro lado, cuando hablamos de autogestión pero sólo nos preocupa nuestro kiosko, cuando hablamos de cambiar el mundo pero no nos movemos del cómodo sofá mientras la tele nos cambia mentira por verdad con total impunidad. Y cuando hablamos de arte para transformar, pero no llegamos a los lugares dónde deberíamos estar. Porque con sólo oler desde lejos la incomodidad del dolor ajeno, nos contraemos sin saber para dónde correr con la mayor diplomacia, en el mejor de los casos. 
 
 
 
 
Hablamos de hacer algo realmente digno, algo que exceda las cuestiones y excusas personales, dónde no habrá retribuciones económicas ni simbólicas que te halaguen, dónde no vas a ser él o la protagonista porque solo serás ni más ni menos que uno más, ni habrá premio alguno más que la satisfacción de que pasaste por esta humanidad sin ser una sanguijuela más de este sistema rapaz, un ciego cómplice de la desigualdad o un sordo que cruza y no mira para atrás.
 
 
Y sí, la indiferencia también es un acto de violencia, si no hubieras visto la cara de la madre de Kevin cuando ningún medio quiso visibilizar la muerte de su hijo, como si no fuera una vida valiosa, un ser con plena dignidad.  La anulación de la personas es el logro del individualismo neoliberal, el famoso «no es asunto mío», «no es problema mío», «o puedo hacer nada por ayudar», esa misma pasividad es la madre de la desigualdad. Porque algunos se creen muy progres nadando en la superestructura virtual, creyendo que transforman la realidad; la realidad está ahí afuera, llevándose vidas inocentes sin parar, como la de Kevin, la de Tati Piñeiro, la de Ismael Décima, Hernán Sequeira, Mario Golemba, Hernán Céspedes, Andrés Cáceres y muchas muchas más.
 
 
 
 
Pero, aunque lamentablemente el dolor tenga que transformarse en lucha para defender la dignidad humana integral, sabemos que no todo está perdido cuando en el debate posterior a la película se escuchó a don Alejandro Rodrigues, después de ser detenido y torturado por la dictadura, diciendo que la vida y el sueño de tantos compañeros no fue en vano, porque son esas semillas de amor que renacen en la villa con devoción. Cómo no hablar de esperanza con semejante opinión. Cómo no conmoverse con la mirada de dolor de Ismael Décima, padre Lucas de 17 años, asesinado el año pasado por un sargento de la Bonaerense que iban a dejar en libertad, sino fuera por la implacable lucha y solidaridad de la justicia popular, que después de un año y siete meses logró encerrar al culpable. Ismael no se rindió, y a pesar de su dolor irreparable, pudo frenar esa injusticia cobarde; su ejemplo de lucha ilumina los caminos que la desesperanza oscurece. Cómo sentirnos débiles después de ver la fortaleza de Rosa González, madre de Tati Piñeiro de 18 años violada y asesinada en el 2012 en Puerto Esperanza y que sigue inclaudicable buscando a los responsables; en vez de rendirse, prefirió formarse y no quedarse, no sólo por su hija, sino por todas las muertes de inocentes, como sucede cuando el dolor se convierte en amor.
 
 
 
 
Guerreros y guerreras que se fueron endureciendo sin perder la ternura, que son nuestro ejemplo de resistencia y fortaleza, que sostienen por y para dar amor; ese amor que lucha, ese amor que no muere, que no pierde, ese amor que no se rinde y que no permite más injusticias.
 
 
Y vos… ¿Qué esperás?