30 noviembre, 2018
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Torturas, amenazas y machismo

 

 

 

* Por Rita Pérez, referenta de la asamblea del barrio Bosco II, Santiago del Estero.

 

 

El jueves pasado, despertamos en medio del terror provocado por la policía provincial. Las calles de varios barrios fueron invadidas por cientos de efectivos de la Dirección de Investigaciones de la Policía de Santiago del Estero, del Cuerpo de Infantería, del Escuadrón Táctico Motorizado, y de cuatro Comisarías de la zona.

 

 

El Domingo 18 hubo una pelea entre vecinos del barrio Belén. Un oficial intervino a los golpes, desmayando de un culatazo en la cabeza a uno de ellos, por lo que algunos jóvenes reaccionaron agrediéndolo. Todos los abusos de las fuerzas de seguridad en nuestros barrios quedan en silencio, pero esto salió en los titulares de algunos diarios diciendo que fue un enfrentamiento entre bandas narco. Sabíamos que detrás de estas falsedades había intereses, pero no imaginamos la cacería que realizaron días después.

 

 

Por orden de la fiscal Natalia Saavedra, la madrugada del jueves allanaron 8 casas en los barrios capitalinos Belén, Bosco II y III. Horas después allanaron nuestro comedor infantil «Unidos por un Sueño».

 

Como es costumbre, en la oscuridad y mientras las familias dormían, entraron destrozando puertas y mobiliarios. De los 7 detenidos, dos intentaron separar a los vecinos durante los incidentes del domingo, y los otros cinco ni siquiera participaron de los hechos. Esto lo sabía la policía, porque está registrado en los videos de ese día. Todos ellos fueron golpeados a patadas, trompadas, con palos, y torturados con picana eléctrica frente a sus familias y en la División de Delitos Comunes. La ropa de algunos estaba bañada en sangre.

 

 

A la hermana de uno de los demorados la insultaron, golpearon y amenazaron con lastimar a su hijo con discapacidad si intervenía. A otra le pegaron trompadas estando tirada en el suelo, mientras la obligaban a ver cómo golpeaban y se llevaban arrastrando a su hermano y sus dos hijos, uno de ellos menor de edad. En otra vivienda, a dos niñas de 13 y 8 años, las arrastraron del cabello y golpearon mientras arrojaban contra una cama a su hermanito de 5 años. A una joven embarazada le pegaron, y a los empujones la subieron a la caja de una camioneta sin patente, mientras la provocaban diciendo “mirame bien y denunciame”. Las mujeres en los barrios somos constantemente abusadas y violentadas por la policía.

 

 

Al mediodía allanaron nuestro comedor. Entraron con armas largas, aterrorizando con gritos a las más de cien niñas y niños que estaban almorzando, y a las compañeras que sostienen el espacio. Revisaron el lugar y amenazaron con romper las puertas de la cocina suponiendo que escondíamos a alguien. Por la tarde, cuando se estaba preparando la merienda, regresaron prepotentes pero les impedimos el paso. Entonces me dijeron que cualquiera de estos días me meterían presa.

 

 

Esto no empezó ahora, nuestras denuncias por abusos y torturas policiales están todas archivadas en las fiscalías. Sentimos mucho asco y bronca de esta policía y este Estado violento y machista. En los barrios estamos desprotegidos.

 

 

Exigimos que, con la misma celeridad con que se ordenaron los allanamientos y detenciones sin elementos que los justifiquen, se libere a los tres changos que continúan detenidos sin ninguna justificación, y se ordene la detención de todos los policías que participaron.

 

 

¡Hemos estado en silencio mucho tiempo, pero ya no nos callamos más!

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