Hace tiempo venimos denunciando nuestra situación, no nos escuchan y no nos ven.
Si no nos ven a nosotros vean esta maratón.
Largamos al frente del microbasural, que lindo sería un espacio verde ¿no? y a pocos metros ya vemos los pozos llenos de agua de la última lluvia.
Corremos, dejando nuestros pulmones entre casas edificadas, ranchos de tarimas y nylon, y comodatos invisibles.
Vamos por la curva del inexistente asfalto, y seguimos en línea recta mirando en donde no está nuestro centro vecinal, y donde la mierda sale de los caños rotos del barrio vecino.
Dejando nuestra respiración en la calle principal que hace dos semanas el colectivo decidió dejar de entrar haciendo que caminemos más de diez cuadras bajo un sol de cuarenta grados.
Y llegamos, con los vasitos de agua en la mano, que el puestos de hidratación de la vecina nos dió.
Cansados, respiramos deseando un espacio verde en donde jugar tranquilos.
Y nos duelen los pies, algunos corrimos descalzos, otros con zapatillas pero a todos nos duele la falta de urbanización.
