Imaginemos el mundo donde una mujer fue violada.
Imaginémosla en ese planeta donde la demoraron en un hospital al ritmo de los cantos de un puñado de adultos; que gritaban, que decidían por su vientre gestante.
Imaginemos que la niña tenía 12 años y que la abrían en cesárea porque en ese continente querían constatar que los fetos pueden sobrevivir a las 24 semanas.
Imaginemos ese experimento.
Imaginemos que los medios de ese país justificaban todo, que callaban y que militaban todo lo anterior día a día con la desidia de la desinformación.
Imaginemos que en esa provincia le negaron a la joven la Interrupción Legal del Embarazo, que la usaron de incubadora demorando su derecho.
Imaginemos que en esa ciudad, hubo una violación carnal, una violencia obstétrica y otra mediática.
Ahora, imaginemos que ellos a todo esto, a absolutamente todo le pusieron nombre: lo llamaron Esperanza.