3 marzo, 2019
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Educarnos y educar para transformar

El viernes pasado, desde el Frente de Géneros del Barrio Bosco, en Santiago del Estero, organizamos un taller sobre Educación Sexual Integral (ESI) que se llevó a cabo en nuestro salón comunitario, y que tendrá continuidad durante todo el año. Esta primera vez, por lo que nos demanda nuestra cotidianeidad, decidimos que el tema principal fuera el Embarazo No Intencional en la Adolescencia (ENIA), que muchas veces es resultado de la falta de concientización, información y prevención en algunos casos por desconocimiento, pero sobre todo fruto de un sistema que perpetúa relaciones de poder desigual, que se también refleja en los vínculos de las adolescentes con sus parejas, y que llegan a limitar la capacidad de decisión de las mujeres sobre su cuerpo. 
 
Vencidas las vergüenzas y tensiones de los primeros minutos del taller, las 25 vecinas de distintas edades nos animamos a compartir nuestras historias y sentimientos. Enseguida vimos esas marcas del patriarcado que nos llegaron a todas, desde niñas, que nos impidieron desarrollar un autoestima elevada, tener un poder real de decisión y confianza en nosotras mismas. Por esto, las dinámicas del taller apuntaron a tomar conciencia de esta situación y brindar herramientas para superarla. 
 
 
A partir de ahí, como un dique que se desborda, nuestras voces, las cuerdas vocales de estas mujeres que muchas veces nos mordimos para no gritar, sonaron, expresaron, hablaron tras años de sumisión y silencios.
 
 
De a poco, nos fuimos conociendo más, reconociéndonos en las palabras e historias que se abrieron en el camino y juntas llegamos a reflexiones que nos permiten comenzar a identificar las causas que nos empujan a actitudes que tomamos, cuando nos encontramos solas ante las distintas violencias. Quedó en evidencia, por ejemplo, la ausencia de temas fundamentales como la sexualidad, la libertad en la crianza y el reconocimiento de nuestros derechos en el paso por la escuela. Eso que hoy es considerado tabú, debe ser deconstruído: ni la violencia ni la maternidad pueden ser una hecho más en el tiempo, empezar a romper con eso, que tan arraigado está, es lo que pone en peligro a la cultura machista.
 
 
Decidimos poner un freno a quienes nos niegan nuestros derechos, para empezar a desnaturalizar ese funcionamiento, esa costumbre de esperar a que llegue otra mujer, también violentada, también acallada, también avergonzada. ¡Basta! No queremos ni merecemos vivir así, ¿alguien sí?
 
 
Por eso el programa de Educación Sexual Integral en las escuelas y la educación popular en nuestros barrios son herramientas imprescindibles para que vivamos en libertad.
 

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