14 marzo, 2019
,

Tonchi tenía el don de «ser amigo»

*Por Eduardo Flores, papá de Gastón “Tonchi” Flores, asesinado en La Tablada por Osvaldo Pascual Gómez, policía de la Bonaerense.

El 3 de marzo de 2002 mi hijo se fue al cumpleaños de un amigo. El plan era salir a bailar, pero cuando llegaron al boliche, ya era tarde y no los dejaron pasar.
Su amigo Juan manejaba el auto, Diego iba de acompañante y en la parte trasera viajaba Tonchi.
Volvían por Avenida Crovara y a la altura de Arieta, cuando cortó el semáforo, frenaron. En ese momento había una persona parada en el Boulevard, era Gerardo Azamé, sargento de la brigada de San Justo, vestido de civil. Se dió vuelta y apuntó con una 9mm plateada directamente a la cabeza del pibe que manejaba.
Del susto, Juan apretó el acelerador y salió a toda velocidad. En ese momento Azamé comenzó a disparar. En el camino cruzaron un patrullero, frenaron pensando que los iba a ayudar pero también les empezó a disparar. El auto tenía 17 impactos de bala y a Tonchi lo hirieron con 3 disparos en la espalda, a la altura del hombro y la cintura.
Los policías de la comisaría 13ra de La Matanza bajaron del auto tanto al conductor como al acompañante y les gatillaron en la cabeza pero por suerte el tiro no salió.
Mi hijo bajó con las manos en alto, diciendo: ¡estoy herido!
Pero el oficial Osvaldo Pascual Gómez, le gritó: ¡dame el arma! Y al instante, cargó la itaka con balas de goma y le pegó un tiro a la altura de la ingle. Luego efectuó un segundo disparo pero con bala de plomo, que impactó justo en la boca del estómago.
Tonchi cayó desvanecido y mientras el asesino lo pateaba en el piso, mi hijo le dedicó sus últimas palabras: «¡me arruinaste la vida, negrito!»
Por suerte había un taller enfrente, así que los testigos vieron y escucharon absolutamente todo.

Cuando llegamos había como 15 patrulleros y un montón de vecinos; a quienes les pedí que estuvieran atentos porque sabía que iban a querer ensuciar a los chicos. Y así fue: uno de los oficiales entró al auto con una carpeta para dejar caer un arma dentro del vehículo. Delante de todos los presentes: ¡Ridículo!
A partir de ahí fue una lucha interminable contra la policía. Después de 5 años llegamos a juicio. El TOC N°2 de La Matanza condenó a Pascual Gómez a 20 años de prisión pero la Cámara de Casación Penal le bajó la pena y solo cumplió la mitad de la condena. Hoy goza de libertad condicional pero conseguimos su inhabilitación de por vida.
El resto de los efectivos, autores y cómplices: Azamé, Montenegro y Barrionuevo nunca fueron imputados.
Es que, el arma que efectuó los primeros disparos misteriosamente “desapareció”.

Hace 17 años que mantenemos activa la memoria de Tonchi porque entendemos que nuestras intervenciones molestan a los intendentes. Hay que seguir luchando hasta el último respiro, porque nos mataron un hijo y porque hay muchos casos que quedan impunes: ¡tenemos la obligación de generar conciencia!
Con mi hijo teníamos una relación excelente, el vivía para su mamá y sus hermanos.
Hubo un año que yo me deprimí muchísimo pero quién siguió la lucha, sin dejarse caer nunca, fue su mamá.

Tonchi tenía el don de ser «amigo». No importaba de quien, él aceptaba a cada cual como era.
Y era tan amigo de sus amigos, que hoy lo siguen siendo. Hace 17 años que ellos le organizan este festival para recordarlo y homenajearlo.
¿Y yo? Desde ese día, dejé de llamarme Eduardo, para convertirme por siempre, en: «el papá de Tonchi».