Según el informe oficial del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), publicado el 23 de marzo, la mitad de los y las correntinas son pobres. El 49,3% de las personas vive en la pobreza, mientras que el 13,8% es indigente. Los vecinos y las vecinas resisten ante este ataque a su dignidad ¿Cómo se traducen estos números en la vida cotidiana?
Estos datos, correspondientes al segundo semestre de 2018, señalan que el 32% de la población argentina es pobre. Corrientes, con una población total de 1.06 millones habitantes, lidera el ranking de las provincias más afectadas. Esto equivale a 544.000 personas mientras que 152.000 correntinos, son indigentes.
“Siento bronca y dolor por la pobreza que nos toca vivir con mi pequeña familia. Soy consciente que no soy la única que lo padece. Hoy es uno de esos días que jamás pensé que llegaría. Me consuela saber que mi esposo, gracias a Dios, todavía tiene un trabajo digno, pero la tristeza me invade cuando no nos alcanza para todo el mes. O cuando no puedo llevar el plato de comida a la mesa porque la mercadería aumentó. Con mis padres y mis hermanos nos ayudamos. Juntamos las moneditas que nos quedan para hacer un buen guiso que alcance para todos. Sólo así me queda para comprarle la merienda a mi hija en el jardín. Aunque a veces ni siquiera tengo para eso. Por eso en la Poderosa nos organizamos para poder aumentar las raciones de nuestros merenderos”, describió Cintia, vecina del barrio La Tosquera, ubicado a la costa del Río Paraná.
Durante el segundo semestre de 2016 se registraron niveles de 39,5% de pobreza y 6,5% de indigencia. Mientras que a fines de 2018 los números se incrementaron un 10% en el primer caso y se duplicó la cifra en el segundo. Se trata de los índices más altos de desidia estatal desde que Cambiemos gobierna a nivel nacional, provincial y local.
Impotencia y bronca se entremezclan ¿Cuánto más se pueden aguantar estos atropellos? ¿Cuánto más se puede resistir? ¿Cuántos estómagos vacíos más se necesitan para agregar a la cifra del número de pobres? Porque si de algo estamos seguros, es que nuestros pibes y pibas no son un número o una variable. Ellos son los primeros receptores de las políticas neoliberales de este Gobierno Nacional que impulsa el hambre y la miseria, secundado por el Gobierno Provincial que descaradamente asegura: «El camino tomado es el correcto».
Karen, vecina del Barrio Río Paraná, expresa: «La pobreza en el barrio se vive muy mal, con muchos sacrificios día tras día. No hay ayuda del Estado o del gobierno. Vi personas rebuscándose en la basura para comer. Tanto chicos como ancianos vienen los fines de semana a golpear la puerta por un plato de comida o una taza de leche. Siento mucha impotencia al ver que somos olvidados por quienes administran los recursos”.
Según el informe mensual del INDEC, en febrero, una familia compuesta por dos personas adultas y dos menores de edad necesitó 11.117 pesos para cubrir los gastos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA). Mientras que la Canasta Básica Total (CBT), constituida por alimentos básicos, servicios e indumentaria, costó 27.570 pesos.
A diferencia de lo que ocurría en febrero, pero de 2016, dónde la Canasta Básica costaba 5994 pesos y la Canasta total 13.520 pesos. Se evidencia un aumento equivalente a más del doble en ambos casos, con una mínima diferencia de tres años, que se acrecentó durante el mandato de Cambiemos.
“Antes todos los domingos comíamos un asado grande en familia. Ahora ya no lo hacemos porque todo está muy caro. Somos alrededor de 12 en la familia y no nos alcanza. El kilo de pan está más de 50 pesos, por eso compramos suelto y comemos lo justo. Antes comprábamos ropa todos los meses y ahora ya no podemos, salvo en los cumpleaños que nos regalamos una remerita o cosas así. Antes también podíamos comprar alimentos para toda la semana o el mes. Ahora ya no. Compramos para el día y suelto. Aun así, antes de mitad de mes nos quedamos sin plata.
Mi papá es ladrillero, antes se vendía muchísimo y vivíamos de eso. Ahora no podemos porque nos falta plata para comprar materiales como el aserrín, el carbón y la comida para los caballos, que son los que mueven los carros. Es muy triste, cuesta todo”, señala Silvina, vecina del Río Paraná.
En este contexto de miseria y desidia las organizaciones territoriales de base a través de comedores y cooperativas de trabajo son las que sostienen a la provincia, enmarcada en la actual crisis económica, de su consecuente estallido social.
En los Barrios Río Paraná y La Tosquera funcionan dos merenderos poderosos a los que asisten actualmente 60 chicos y chicas, aumentando su cantidad en este último mes. Además, a los actuales grupos de trabajo cooperativos de panadería, producción textil y huerta de La Poderosa se suman los talleres de carpintería y herrería, donde nuevos compañeros y compañeras emprenderán a través de la auto gestión en solidaridad con los demás.
Mientras tanto resistimos en las mesas correntinas. Nos organizamos para trabajar, pero a fin de mes no quedan ni propinas ¿Pobreza cero? ¡Nunca Macri!