1 junio, 2019
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Perder un embarazo por la violencia policial

 

 

 

* Por Camila, golpeada por la policía salteña hasta perder su embarazo de 6 meses.

 

 

El 17 de abril estábamos reunidos en casa con mi familia, porque era el quinto aniversario del fallecimiento de uno de mis hermanos. A eso de las siete de la tarde salí con mi mamá a despedir familiares, afuera mis sobrinos estaban jugando a la pelota, y en eso dobló a toda velocidad una camioneta de la brigada, les dije que tengan cuidado con los chicos y me insultaron tratándome de puta. 

 

No terminó ahí. Otra camioneta dobló, frenó y uno de los efectivos vino directamente a agredirme. Me agarró del pelo y me golpeó la cabeza contra la pared, entonces mi mamá le dijo que tenga cuidado porque estaba embarazada, a lo que él respondió “qué me importa”. Y era real que no le importaba, porque siguió, me tiró al suelo donde junto a otro efectivo, ambos sin identificación, me seguían golpeando y dándome patadas a la altura de la cintura mientras yo me cubría la panza.

 

Mi hermano salió de casa a defenderme al escuchar los gritos. En ese momento me soltaron y fueron a golpearlo a él. Cuando lo vi quise levantarme para impedir que le peguen pero recibí otra patada en el estómago que me nubló la vista. A él lo golpearon en todo el cuerpo y se lo llevaron arrastrándolo hasta la esquina, pero además golpearon a mi tía y mi prima. Me fui al Hospital Papa Francisco, donde me dijeron que estaba con contracciones provocadas por lo que me hicieron, me dieron un calmante y me mandaron de vuelta a mi casa. Para que no quede en la nada, y porque ya estoy cansada de este maltrato, me fui a hacer la denuncia en la Comisaría Décima pero no me la tomaron.

 

¡Esa noche fue interminable! No pude dormir porque no soportaba el dolor.

 

Al día siguiente fui al Hospital Materno Infantil. Estuve en observaciones durante dos horas, y terminé internada durante cinco días en los que me mantuvieron con calmantes. Al principio me dijeron que estaría bien, de hecho en la ecografía sentí sus latidos, pero los golpes en la cintura complicaron el embarazo y me informaron que podría perderlo, ¡y así fue! Yo pensé que iban a intentar salvarlo poniéndolo en una incubadora, pero no lo hicieron y falleció. Para encubrir a los asesinos, la policía intentó instalar que mi embarazo estaba en riesgo antes de la golpiza. Y para atemorizar a toda mi familia, cuando me dieron el alta, en la esquina de mi casa ya había una camioneta de la brigada siguiéndonos.

 

Nada calmará mi dolor, ya es demasiado tarde, pero no quiero que le pase esto a otra chica. Por eso quiero que se haga justicia, porque aca nadie hace nada y ellos siguen igual, matando impunemente.

 

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